Aquelarre de machotes

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

Gabriel Luengas | EUROPAPRESS

19 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Aquelarre, que viene del euskera, con o sin pinganillo, significa «prado del macho cabrío». Se aplica a una reunión de brujería para tratar asuntos fantásticos bajo control del demonio. Machote, que viene de macho, no es un insulto, sino un piropo. Según la RAE, un machote es «un hombre vigoroso, bien plantado, valiente», de esos que precisan como líderes las maltrechas democracias liberales en los tiempos que corren. Ahora los machotes ya no se juntan con nocturnidad, sino a plena luz del día.

En el Madrid Economic Forum de la capital de España, y durante un fin de semana capital mundial del matonismo ultra, se reunían en el Palacio Vistalegre 26 machotes más Esperanza Aguirre, como conferenciantes, y 6.500 hombres decididos más 500 mujeres aguerridas, como público entregado. Unos cuantos pagaban entradas vip a precio de oro para tener acceso a los protagonistas y hacerse fotos con ellos, además de disponer de terraza privada, para sus necesidades de consumo, y baño exclusivo, para sus necesidades fisiológicas.

Los ponentes eran todos personas de bien, individuos bien formados (políglotas) y bien vestidos (cortes clásicos). Que estuviesen bien formados no quiere decir que cuidasen siempre las formas, pues ellos, en aras de la libertad de expresión, se podían permitir ciertos lujos. Por ejemplo, Javier Milei, presidente de Argentina, que, según él, «va a ser la primera potencia mundial», gritaba «¡Muerte al socialismo!», y, como buen machote, animaba a «zurrar al bandido local», presidente del país anfitrión del evento, sin caer en que, más que una falta de diplomacia, era una falta de educación, lo peor visto por la gente decente.

Ni los temas, ni las formas de otros oradores procedentes del ámbito político levantaban pasiones: hispanidad (Ramón Tamames), decadencia de Europa (Albert Rivera), cultura woke (Marcos de Quinto). Tampoco las lecciones de los economistas de cabecera (Lacalle, Rallo, Bastos), de la Universidad de Las Hespérides o del Instituto Juan de Mairena. El auditorio no estaba para versiones académicas o para comprender las criptomonedas. Entendía mejor a Esperanza Aguirre hablando del Madrid agraviado. Aparte de Milei, los más aplaudidos eran dos representantes de policía para el siglo XXI (criminalidad, delincuencia, inmigración) e Iker Jiménez (credibilidad y redes). Normal, lo importante era la creencia, la superstición y el miedo, que para eso se había montado este aquelarre de machotes.