
En junio de 1971 se creó en la Casa Blanca, cuyo inquilino era entonces Richard Nixon, una unidad de investigaciones especiales para llevar a cabo operaciones clandestinas. Cuando un día llegó a su casa uno de sus miembros, su abuela le preguntó qué hacía en la Casa Blanca. Le respondió que estaba ayudando al presidente a tapar unas filtraciones, sin entrar en detalles. Las filtraciones eran de información, pero la mujer interpretó que se trataba de agua, y le dijo que se enteraba entonces de que era fontanero. La cosa debió de hacerles gracias a los compañeros del pollo, que colocaron en la oficina un letrero con el texto «The Plumbers» (los fontaneros). Lo tuvieron que quitar, pues se suponía que lo que allí se hacía era secreto, pero el nombre hizo fortuna y así se los conoció desde entonces.
Aunque la unidad de investigaciones fue a menos, algunos de sus integrantes permanecieron en la Casa Blanca para hacer trabajitos para el comité de reelección del Nixon. Uno de estos fue el allanamiento, el 17 de junio de 1972, en el complejo Watergate, en Washington, de la sede del comité nacional del Partido Demócrata. Intentaban robar documentos, pero cinco de aquellos fontaneros fueron detenidos. El resto de la historia es conocida: investigación del Washington Post y dimisión de Richard Nixon dos años después.
Desde entonces se da el nombre de fontanero a quienes trabajan en las interioridades del poder, generalmente en la sombra, ocupándose de asuntos reservados. Mientras aquellos pioneros de la fontanería política incurrían en flagrantes ilegalidades, en España también se ha aplicado el término a personas que actúan dentro de la ley, en la cúpula de partidos o de Administraciones públicas, arreglando desde la sombra lo que conviene a aquellos para quienes trabajan. Y a esos se han sumado los fontaneros que operan en las cloacas de la cosa pública metiendo las manos en la basura.
Quienes se dedican profesionalmente a la instalación y reparación de conducciones de agua, así como de otros servicios sanitarios y de calefacción, se han quejado de este uso del sustantivo fontanero, pero el nombre ha hecho fortuna y se ha asentado.