¿En serio, Felipe?

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

BENITO ORDOÑEZ

02 jul 2025 . Actualizado a las 13:09 h.

A González, Sánchez le cae mal y se le nota. Parece una de esas aversiones químicas inevitables que determinan la relación entre algunos seres humanos y que no tienen nada que ver con la razón ni con el trato, sino con algo más íntimo e inconfesable. Te puede ocurrir que no tragues al frutero, a un primo segundo o a un jicho que te cruzas por la calle y del que apenas sabes que anda derecho y sin caerse pero a quien de forma clarividente ya sabes que no soportas. Incluso hay padres a los que les caen fatal sus hijos, o solo alguno de ellos, que es todavía peor.

En el caso de González, su aversión por Sánchez le asoma y le supura hasta constituir una nueva entrada en la clasificación humana de amigos, enemigos y compañeros de partido, que acuñó Churchill, o Adenauer, o Andreotti, porque a los tres se les atribuye la conclusión. Es una inquina previa a la porquería del trío lalalá de este año 25, Cerdán, Koldo y Ábalos, previa a los masajes con lujuria a Puigdemont, yo creo que incluso previa al mismísimo Pedro Sánchez, porque lo que a Felipe parece caerle fatal es Sánchez mismo, la idea de tener a un tal Sánchez al frente de su partido y de su Gobierno. Con ese problemón fundacional encima, todo lo que le caiga en la chepa al presidente le viene bien a González, porque le da argumentos que convierten un asunto químico en un asunto ético.

La cuestión es que en la hemeroteca de Isidoro, además de lo que él recuerda, aparece también un poquito de terrorismo de Estado, varias peticiones expresas de indultos para Vera y Rodríguez Colorado e indultos consumados a golpistas del 23-F, así como corrupciones alícuotas varias en el círculo más próximo de su presidencia. La pregunta es si quedaba algún votante para quien Felipe González fuese un referente a la hora de meter una determinada papeleta dentro la urna. Votante del PSOE, digo.