
Jennifer Lopez habrá actuado esta noche pasada en Pontevedra aunque ella se suponía en Vigo y es extraño que la astucia de Abel Caballero para estas cosas no le haya sacado partido al cacao geográfico de JLo. Además de una desubicación que en realidad es reveladora del intríngulis de nuestra sofisticación administrativa, JLo llegó a nosotras en jet privado y sin biquini. Un olvido fatal si se conoce la piscina del gran hotel de A Toxa y el clima caribeño de estos días pero muy oportuno porque nos ha permitido saber que los bañadores favoritos de Jennifer son de lazo y de talla S. Lo contó la propietaria de la tienda en la que los empleados de la neoyorquina resolvieron su fallo de equipaje y que enseguida aclaró que llegar a Galicia sin bikini es una equivocación habitual en cuanto un guiri aterriza en la isla convencido de que aquí siempre llueve como siempre.
La teima de los turistas con nuestro modelo meteorológico está pendiente de actualización pero sus consecuencias han mudado de cero a Zara. El orballo pertinaz ha dejado de ser disuasorio y ahora es un reclamo para quienes huyen de temperaturas despiadadas, hasta el punto de que en enero la Xunta acuñó una nueva marca que vende Galicia como «refuxio climático».
Pero esta placidez ambiental gracias a la cual te puedes encontrar a JLo en biquini en una hamaca de A Toxa es en realidad tan devastadora como en el resto del planeta. Las mariscadoras llevan tres años seguidos con retiradas masivas de berberechos y otras conchas de los bancos en los que faenan y hay gente muy lista que habla ya de colapso de nuestras reservas. Puede que en los próximos años vendamos más biquinis a señoras como Lopez pero será solo el síntoma más florido de una tragedia.