Vox, compañía tóxica para el PP

Fernando Hidalgo Urizar
fernando Hidalgo EL DERBI

OPINIÓN

Jesús Hellín | EUROPAPRESS

09 jul 2025 . Actualizado a las 17:06 h.

Se quiera o no se quiera, Vox ha adquirido un protagonismo en la vida política española que impregna todos los discursos. Tanto por la derecha, con el PP marcando distancia con la formación de Abascal y lanzándose a por sus votantes como única forma de alcanzar los tan ansiados diez millones de votos; como por la izquierda, donde explotan hasta la saciedad el mantra de que viene la ultraderecha y acabará con todos los derechos conquistados en este país desde la llegada de la democracia.

La verdad es que entre unos y otros han colocado a los ultras en el centro del tablero y les han dado mucha vida. Todas las encuestas apuntan a un crecimiento importante de la derecha, tanto la más moderada (PP) como la más radical (Vox). La demoscopia nos enfila hacia un futuro Gobierno, sean cuando sean las elecciones, entre populares y ultraderechistas. Y esta, precisamente, será la baza del PSOE y de otros partidos de la izquierda. El miedo a un partido con tintes xenófobos que rechaza buena parte de las conquistas sociales logradas en las últimas décadas será explotado hasta la saciedad por el sanchismo. En definitiva, vemos que socialistas y populares tienen, cada uno con su estrategia, a Vox en el punto de mira.

En el caso del partido que preside Feijoo, hasta ahora ha vivido con resignación cristiana la necesidad de pactar con Abascal allá donde fuera necesario para gobernar. Y eso le ha perjudicado en cuanto a la política de Estado. El PP anuncia la centralidad como un objetivo y la moderación como un estilo de vida. Pero la verdad es que la presencia ultra le marca un camino que inexorablemente se derechiza hacia posiciones más intensas, amén de la presencia de Ayuso y su tropa, una especie de remedo de Vox, pero dentro de Génova.

El PP quiere diferenciarse de Vox, pero al mismo tiempo quiere a sus votantes. Quiere viajar al centro, pero hay fuerzas centrífugas que le apartan del camino, incluso desde dentro de su propio partido. Sabe que si finalmente gobierna con Abascal como vicepresidente, su vida en la Moncloa será tan atrabiliaria como la de Pedro Sánchez con la cuadrilla del Frankenstein. Por eso aprovechó el congreso del pasado fin de semana para anunciar a los cuatro vientos que no quieren un gobierno de coalición, que negociarán con Vox, pero no gobernarán con Vox.

En cualquier caso, todo un problemón tal y como está la realidad de España a día de hoy. Eso sí, el PP sabe de sobra que la de Vox es una compañía tremendamente tóxica.