Fibras de celulosa: una oportunidad estratégica para la moda sostenible en Galicia y el norte de Portugal
OPINIÓN

Vivimos un momento decisivo para el sector textil. Entre la emergencia climática, las nuevas regulaciones europeas y unos consumidores cada vez más concienciados, la industria de la moda se enfrenta al inevitable reto de transformar profundamente su modelo de producción. La elección de materias primas sostenibles se ha convertido en un factor clave para reducir la huella ambiental del sector. En este contexto, las fibras de celulosa emergen como una de las alternativas más prometedoras.
Las fibras celulósicas, como el liocel, el modal o la viscosa, producidas de forma responsable, se derivan de celulosa vegetal, generalmente de madera procedente de bosques gestionados responsablemente. Estas fibras presentan ventajas significativas sobre las fibras sintéticas (derivadas del petróleo) o el algodón convencional (altamente dependiente del agua y los pesticidas): son biodegradables, requieren menos recursos naturales y, al producirse mediante procesos limpios, pueden integrarse en un modelo de economía circular.
A pesar de estas ventajas, la mayor parte de la producción mundial de fibras de celulosa todavía se realiza fuera de Europa, en regiones donde a menudo se pasan por alto los impactos ambientales y sociales. Esta dependencia externa no solo representa un riesgo estratégico, sino que también dificulta la trazabilidad y verificación del cumplimiento de los criterios de sostenibilidad.
La Estrategia Textil de la Unión Europea, integrada en el Pacto Ecológico Europeo, propone una profunda transformación del sector con objetivos ambiciosos: transparencia en las cadenas de valor, reducción del impacto ambiental y desarrollo de productos circulares. En este escenario, la producción europea de fibras de celulosa sostenibles se vuelve no solo deseable, sino necesaria.
La región de Galicia-Norte de Portugal está especialmente bien posicionada para liderar este cambio. Con una larga tradición textil, una sólida base industrial, centros de innovación y un importante patrimonio forestal, esta región podría convertirse en un centro de producción de fibras de celulosa de nueva generación. La integración de la cadena forestal y la industria textil es un paso lógico y estratégico.
En los últimos diez años, la industria portuguesa ha trabajado activamente en modelos circulares, incluyendo el reciclaje de residuos posconsumo y la integración de materias primas de bajo impacto. Creemos que el futuro pasa por repensar el inicio de la cadena, y las fibras son parte fundamental de esta visión. Para que este potencial se haga realidad, es esencial la coordinación entre empresas, centros de investigación, inversores y responsables políticos. Los incentivos a la inversión, el apoyo a la innovación tecnológica y una normativa clara serán claves para crear un ecosistema industrial competitivo, sostenible y resiliente. La cooperación transfronteriza entre Galicia y el norte de Portugal podría ser un activo decisivo en este sentido.
Más que una cuestión técnica, se trata de una decisión política y económica: ¿queremos depender de cadenas globales opacas o crear valor local y sostenible? Invertir en la producción local de fibras de celulosa representa una oportunidad para generar empleo cualificado, reindustrializar la región y posicionarla como referente europeo de la moda regenerativa.
La transición sostenible del sector textil no se logrará solo con buenas intenciones. Requiere inversión, cooperación y visión estratégica. Pero los ingredientes están ahí. Lo que se necesita es aprovechar esta oportunidad y convertir el potencial de nuestra región en una realidad concreta.