La sanidad lanza un SOS
OPINIÓN

Como cada verano, vuelve a ser noticia la tensión de la atención sanitaria. El cierre de camas hospitalarias, la falta de personal, y las demoras crecientes en atención primaria provoca la saturación no de los hospitales, especialmente en urgencias.
La atención primaria vertebra el sistema sanitario. Si la vertebración falla, lo hace todo el sistema. En atención primaria se resuelven más del 90 % de los problemas de salud de las personas. Pero cada vez es mayor la sobrecarga que sufre, y que se acentúa en verano. Esta saturación reduce la capacidad de resolución de problemas de salud y desplaza la atención a otros espacios. El escaso tiempo de atención en consultas sobresaturadas conlleva peticiones de pruebas y derivaciones evitables. Por otra parte, la dificultad para conseguir una cita en las consultas de medicina de familia provoca que los pacientes acudan a los servicios de urgencias.
Ya hace años que las vacaciones de los médicos de familia no son sustituidas. La mala previsión y gestión desembocó en un déficit endémico de médicos de familia que tardará años en corregirse. En las zonas turísticas, la sobrepoblación es inasumible para una atención primaria que ya sobrepasó su capacidad de respuesta en tiempo y forma hace demasiado tiempo. En las zonas rurales, donde los centros de salud tienen un número de profesionales pequeño, las vacaciones dejan mal atendidos o directamente desatendidos a sus habitantes.
Las listas de espera en atención primaria no son un problema nuevo. Hace dos décadas, se idearon agendas que disfrazaban la existencia de esperas, y pasaron años hasta que la generalización del problema fue evidente. Los gestores llevan largo tiempo priorizando la contratación de médicos de familia en los servicios de urgencias, con contratos más atractivos, hipertrofiando la atención de urgencia hospitalaria respecto a la atención en los centros de salud.
Es preocupante el actual enfoque de la atención centrado en la inmediatez. Las consultas supuestamente no demorables aumentan las atenciones y pruebas innecesarias, y ponen en peligro valores como la accesibilidad, la longitudinalidad o la prevención.
La accesibilidad, característica esencial de atención primaria, debe garantizar que el ciudadano reciba la atención sanitaria oportuna y adecuada cuando la necesita. Las listas de espera suponen un deterioro en la accesibilidad, y puede forzar a los ciudadanos a buscar otros recursos sanitarios menos apropiados. Y no solamente porque en los hospitales se utilizan recursos pensados para la atención de problemas de salud más complejos y caros; hay otras consecuencias puede que menos visibles, como la pérdida de la longitudinalidad, es decir de la atención por parte del profesional que mejor conoce al paciente, que es su médico de familia, y el aumento de las esperas hospitalarias, de pacientes con problemas de mayor gravedad.
Las soluciones están encima de la mesa. Necesitamos políticos y gestores que de una vez por todas acometan los cambios necesarios que protejan el sistema sanitario y consecuentemente la atención sanitaria a los ciudadanos.