
Quienes hayan tenido infancia podían haber intuido que este escándalo presunto tenía trazas de suceder: Cristóbal Montoro parece el resultado de cruzar al hombre del saco de los contribuyentes con el conde Draco de Barrio Sésamo y el Gargamel de los Pitufos. Miedo es poco. Cuentan que sus sucesivos jefes andaban en la inopia, uno «trabajando en ello», o sea, cultivando el ego, y el otro presuntamente leyendo el Marca. Más les vale. Acaso en un futuro próximo, en las jornadas de puertas abiertas del Congreso, amén de los agujeros que dejaron los disparos del intento de golpe del 23F, se muestre a la perplejísima ciudadanía el lugar donde se aposentó el que fue titular de Hacienda durante la friolera de doce años. Hay fotos de este exministro popular, mejor dicho, del PP, que se adelantan a su tiempo. Esta fue tomada en el 2017. Cris Montoro, como quien acaba de dar cuenta de un bocatto di cardinale. Hoy este gesto suyo se vuelve más revelador que nunca.