Un espejo en el que se refleja Galicia

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

Fernando González Laxe, acompañado de Fernando Salgado, Javier Suárez Vence y Fernando Martínez González, en una imagen de 1989
Fernando González Laxe, acompañado de Fernando Salgado, Javier Suárez Vence y Fernando Martínez González, en una imagen de 1989 TINO VIZ

25 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Fernando González Laxe es un espejo en el que se reconocen los valores que definen a Galicia. Eso dijo Pérez Touriño del nuevo premio Fernández Latorre. La imagen del espejo me recordó que, hace años, el profesor González Laxe tituló (G)alicia en el país de las maravillas uno de sus artículos: el eslogan se lo ofrecía gratuitamente a la Xunta de Fraga, empeñada en vender sus logros mediante la propaganda. Otra vez jugueteó el expresidente con el vocabulario de Lewis Carroll para presentarnos como «el país del mar y las villas». El sentido del humor es uno de aquellos valores gallegos que refleja su espejo. Siro y Xaquín Marín, amigos suyos y míos, no me dejarán mentir.

La brújula que maneja González Laxe siempre señala el mismo punto: Galicia. Su gran compromiso. Las dos facetas de su personalidad, la del economista y la del político, la del profesor que dibuja la carta náutica y la del capitán que traza el rumbo y ejecuta la navegación, convergen siempre en ese punto: Galicia. Galicia como materia troncal de estudio y Galicia como tarea. Dos fechas subrayadas en su cuaderno de bitácora ilustran esa doble trayectoria.

El capitán asumió el timón el 29 de septiembre de 1987. Tenía 35 años y experiencia prematura en la gestión. Formara parte del equipo negociador del acuerdo pesquero con la Comunidad Europea. El mar como pasión y el mar como profesión. El economista del salitre gobernó la nave de la autonomía durante menos de mil días. Poco más de dos años y dos presupuestos para acometer la transformación de Galicia. Quienes nos embarcamos a sus órdenes reivindicamos con orgullo aquella fecunda marea. El legado del Gobierno Laxe, cosechado en tan poco tiempo, impresiona. La aprobación del Plan Regional de Desarrollo, que incluía las autovías a la Meseta. Las universidades de Vigo y A Coruña. La creación del Sergas para acoger la inminente transferencia de Sanidad. La Fundación Galicia-Europa. La regulación de los montes comunales. Los palacios de congresos de Santiago y A Coruña. El parque tecnológico de Ourense. La fundación de la EGAP. Plástico resumen de González Laxe: «Dos años dieron para muchas cosas. Si hubiéramos estado seis, Galicia sería hoy California». No pudo ser. Los socialistas gallegos alcanzaron en 1989 su techo histórico: 28 diputados, pero a Laxe le faltaron mil votos —o le sobraron sacas extrañas procedentes de alén mar— para alimentar las calderas del buque.

El profesor impartió su última clase magistral el 10 de mayo del 2023. Concluía un maratón de casi medio siglo —hiatos políticos de por medio— de magisterio universitario. Jubilación solo formal, porque Laxe sigue esparciendo sabiduría. Siempre bajo la consigna del «¡Atrévete a pensar!», el sapere aude kantiano, a la vez autoexigencia y provocadora incitación. Optimista gramsciano, sostiene Laxe que lo mejor aguarda en el por-vir. Ser humano entrañable, hace tiempo que Laxe, atleta destacado en su juventud, alcanzó la meta vital que se propuso: el cariño de la gente y el cariño a la gente. El Premio Fernández Latorre lo corrobora. Reciban Fernando y Rosa, acreedora de no menos de la mitad del galardón, el abrazo alborozado de la marinería.