Estudios de Medicina: por Galicia y para Galicia

Mari Luz Couce / Enrique Domínguez / José Ramón González Juanatey / Rafael López / Federico Martinón JEFES DE SERVICIO DEL CHUS

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

Los jefes de servicio del CHUS escriben sobre el plan de la UDC de implantar una facultad propia de Medicina

30 jul 2025 . Actualizado a las 17:03 h.

No hay mayor compromiso con Galicia que decir la verdad. Y la verdad —por incómoda que resulte— es que fragmentar la formación médica en nuestra comunidad no la fortalece: la debilita. No mejora la calidad ni amplía las oportunidades. No descentraliza el talento, sino que lo diluye. Y además es un despilfarro de recursos públicos. Es caminar hacia la irrelevancia o la quiebra, como ya ha acontecido con otras titulaciones o universidades gallegas.

Lo venimos diciendo desde hace meses, lo ratificó la junta de la Facultad de Medicina de la Universidade de Santiago, y también las autoridades gallegas: Galicia no necesita más facultades de Medicina. Necesita cuidar la que tiene, fortalecerla y proyectarla con visión de país.

La Facultad de Medicina de la Universidade de Santiago de Compostela no es «la facultad de Santiago». Es la Facultad de Medicina de Galicia. Aglutina talento de todo el que alcance el nivel necesario, venga de donde venga. Por los mejores profesores que cumplan los criterios establecidos por ley, vengan de donde vengan. Proyecta conocimiento fuera de Galicia, y sobre todo, trata de formar a los mejores médicos, vayan a donde vayan. Su integración con el sistema sanitario gallego y con el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago —que concentra más del 70 % de la investigación biomédica de Galicia— no es casualidad ni privilegio: es consecuencia de una trayectoria de décadas, de una acumulación de masa crítica, y de una visión estratégica compartida. Se ha sugerido, en artículos recientes, que abrir nuevas facultades permitiría reforzar esa vocación investigadora y docente. Pero esto es invertir la lógica. Los institutos de investigación se acreditan por su captación competitiva de recursos y su producción científica. El que no investiga en Galicia, es porque no tiene la capacidad o el deseo, no dedica el esfuerzo suficiente o no tiene el entorno adecuado. Y si un instituto no da la talla para acreditarse, a lo mejor es que sencillamente no hace falta.

¿Quién puede ser médico? ¿Quién debe formar médicos?

No se necesitan más facultades para que más gallegos puedan ser médicos o profesores. Para ser médico hay que estudiar, alcanzar la nota de corte, superar 6 años de formación, lograr una plaza mir, y especializarse durante otros 4-5 años. Y para ser profesor, hay que acreditarse y competir por una plaza. No se trata de abrir más facultades para compensar frustraciones o deseos locales. Se trata de asegurar que quien estudia Medicina reciba la mejor formación posible, con los mejores medios, en un entorno acreditado y estable. Si la vocación docente o médica se desvanece en función de la distancia al lugar de residencia o conveniencia personal, quizá no estemos hablando realmente de vocación, sino de otra cosa. La medicina no es un privilegio distribuible por coordenadas, no es un derecho «geográfico», es una responsabilidad colectiva. La formación médica debe regirse por criterios de calidad, no de proximidad.

España tiene actualmente 56 facultades de Medicina para una población de 47 millones de habitantes, cifra que dobla ampliamente la recomendación de la OMS, que sugiere una facultad por cada 2 millones de habitantes. Según las proyecciones oficiales, España podría tener bolsa de paro médico antes del 2030, justo cuando se graduarían los alumnos de estas nuevas facultades. El problema no es la falta de facultades, sino de planificación. Abrir nuevas facultades no es progresar: es improvisar.

Creemos en una Galicia cohesionada. No se trata de centralismo, ni de «defender lo nuestro». Defendemos lo de todos. Una facultad única, fuerte, equitativa y exigente. No es una trinchera santiaguesa, es una apuesta por el sistema. Fragmentarla, replicarla o dividirla sin planificación, sin profesorado acreditado y sin análisis de impacto, es, sencillamente, irresponsable.

Los rectores de A Coruña o de Vigo están en su derecho de aspirar. Pero la comunidad universitaria y sanitaria de Galicia tiene el deber de decidir con rigor. No puede confundirse la ambición legítima con el atajo o chantaje político. Menos aún cuando hablamos del grado más caro, más complejo y más crítico para la salud pública.

Galicia no necesita multiplicar facultades. Necesita multiplicar resultados, investigadores, proyectos, líderes clínicos. Eso no se consigue con más edificios, sino con más talento, más exigencia y más estabilidad. El modelo actual no es perfecto. Pero funciona. Y puede mejorar si se refuerza, no si se divide. Apostar por una sola Facultad de Medicina no es un acto de nostalgia ni de resistencia. Es una declaración de responsabilidad con Galicia. Por eso la defendemos. Porque no es solo nuestra. Es de todos. Y debe seguir siéndolo.

Mari Luz Couce Pico es jefa de servicio de Neonatología.

Enrique Domínguez Muñoz, jefe de Aparato Digestivo.

José Ramón González Juanatey, jefe de Cardiología.

Rafael López López, jefe de Oncología.

Federico Martinón Torres, jefe de Pediatría.