Septiembre o dejar de soñar

elena garcía-guereta PROFESORA DE CIENCIA POLÍTICA EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE

OPINIÓN

María Pedreda

10 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hemos llegado a las vacaciones del 2025 exhaustos y sin aliento. Parar y desconectar era ya imprescindible. El estado de hartazgo y decepción tras la sucesión de escándalos ha alcanzado cotas inéditas. Y el intento del Gobierno de demostrar que son casos aislados ante los que ha reaccionado de forma ejemplar ha sido estéril. Tampoco el milagro económico que publicita Sánchez convence… Las cifras macro pueden ser supersónicas, pero en el nivel micro hay demasiados empleos inestables, sueldos modestos y viviendas prohibitivas. Hasta Cuerpo lo admite: la bonanza económica apenas se percibe por el ciudadano de a pie, que es el que vota.

La antesala del verano ha sido entre onírica y patética: las películas de Torrente se han quedado cortas, y sosas, ante lo que hemos podido atisbar de las más altas esferas de la vida política, y de la Administración pública. Afortunadamente, ya estamos en vacaciones, que son nuestro bálsamo de fierabrás: no llegan a ser milagrosas, pero casi. Reponen, reequilibran, ayudan a tomar perspectiva, a valorar las cosas en su justa medida y, muchas veces, nos devuelven a la vida real con más criterio, más equilibrio y más ganas.

Si surten sus benéficos efectos, empezaremos septiembre relajados y reconfortados tras disfrutar de un merecido descanso, por breve que haya sido. Desconectar, además, ayuda a soñar. Que falta nos hace. No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista. Irremediablemente, por tanto, en algún momento la acumulación de escándalos desembocará en medidas que regeneren la vida pública. Los políticos serán gente con ganas de mejorar la vida de los demás, más que la suya propia. Se centrarán en resolver problemas y elegir a colaboradores cualificados, honestos e independientes, en vez de a memos obsecuentes, sectarios leales y trepas sin escrúpulos. También se darán cuenta de que el coste de la vivienda no solo ahoga a muchos ciudadanos de a pie, también a muchos autónomos y empresarios cuyos negocios no pueden prosperar en un país en el que, a la gente común, no le queda apenas nada tras pagar vivienda, energía y comida… Al final reaccionarán, girarán hacia la responsabilidad y la buena gestión. Decidirán hacer vivienda pública de alquiler, prohibirán esa vivienda pública, vendida a precio de regalo, que siempre se ha usado como base del clientelismo. Tras este giro, y con el tiempo, los españoles que quieran tener hijos podrán planteárselo; los que quieran emprender tendrán abierta la posibilidad de crecer.

Soñar es gratis. Pero en septiembre volveremos a la realidad. La regeneración es urgente, pero no parece que la voluntad real del Gobierno sea abordarla. Ni anticipar elecciones. Y si los gobernantes no actúan, como parece, lo hará la gente. Las encuestas ya parecen mostrar cómo: muchos se abstendrán, pero otros muchos optarán por la única revolución que parece ofrecérseles hoy: Vox. El Gobierno y quienes lo sostienen resisten para evitar que llegue la derecha. O eso dicen. La ironía es que cada día que resisten hacen crecer a esa derecha, y muy especialmente, a la que menos les gusta. Disfruten el verano.