Patriotas de extrema derecha se llevaron un gran disgusto esta semana. Al parecer, no sabían que Torrente, el expolicía corrupto, machista, racista, franquista, guarro, borrachuzo y putero que creó Santiago Segura es uno de los suyos, un ultra de pura cepa.
El cineasta madrileño prepara la sexta película de la popular saga que empezó con Torrente, el brazo tonto de la ley y ha triunfado en la taquilla. Se llamará Torrente presidente. Supone el desembarco en política del personaje, que ficha, tras dar un discurso cuñadista en un bar, por un partido llamado Nox, con nombre e imagen muy similar a la de Vox, de ideología trumpista, xenófoba y ultranacionalista.
Tras el estallido de algunos casos de corrupción recientes (como el de Koldo y Ábalos), Segura llegó a admitir, con ironía, que le iba a resultar difícil no hacer un documental, en vez de una ficción. Puede inspirarse en la realidad reciente, pero el carácter y las simpatías políticas de su personaje, tan casposo como simpático y amigo de las banderas preconstitucionales, están bien definidas desde 1998. No ha cambiado. Aún así, muchos se han llevado un disgusto. Cientos de mensajes en X evidencian la incredulidad, la decepción y el cabreo.
La polémica y el morbo ayudarán a la película. ¿Contribuirán a espantar el fantasma de que algún día alguien tan lúcido, digno e íntegro como Torrente pueda gobernarnos?