Donald y Vladimir, desamor en Alaska

 Jorge Quindimil
Jorge Quindimil ACREDITADO COMO CATEDRÁTICO DE DERECHO INTERNACIONAL Y RELACIONES INTERNACIONALES POR LA AGENCIA NACIONAL DE CALIDAD DEL MINISTERIO DE UNIVERSIDADES

OPINIÓN

GAVRIIL GRIGOROV / SPUTNIK / KREMLIN POOL / POOL | EFE

17 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Alguna vez se enamoraron de alguien que no les correspondió, ¿verdad? Pues Trump también. Cortejó a Putin en Alaska desplegando los mejores encantos de la fuerza aérea estadounidense: lo recibió en una histórica base militar entre risas, aplausos y varios F22 Raptor, justo antes de que los sobrevolase un B2 escoltado por cuatro F35. Trump desplegó sus tres grandes joyas aéreas para impresionar a su admirado ruso que ama bombardear, especialmente a la población civil ucraniana, ininterrumpidamente desde hace 1.268 días. Este amor político de Donald, sin embargo, no fue correspondido por Vladimir.

Primero, Putin canceló in extremis su reunión a solas con Trump, que apenas pudo compartir con él unos minutos en el asiento de atrás del Cadillac presidencial. Luego, le borró la sonrisa de la cara a Trump tras la reunión. Desconocemos las razones, pero parece que las expectativas de ambos para la cumbre eran tan distintas como distantes.

Trump tenía como gran objetivo la paz en Ucrania. El título de la cumbre era «Buscando la paz». Putin quería otra cosa, esencialmente mejorar la relación bilateral con su vecino Estados Unidos y fortalecer sus negocios conjuntos. Reconoció acuerdos en comercio, tecnología, espacio y cooperación ártica, por ejemplo. Sin embargo, la paz en Ucrania sigue sin estar en los planes de Putin, afirmando que esta cumbre sería, como mucho, un punto de partida.

El mayor desencuentro se dio en el mayor objetivo de Trump, buscar la paz en Ucrania. Reconoció puntos en común con Putin en otros temas —de negocios—, pero no en lo más significativo políticamente, Ucrania. Pasará a la historia su frase «No hay acuerdo mientras no haya acuerdo», aludiendo a la necesidad de contar con Ucrania y los socios europeos de la OTAN.

Quizá Trump haya vendido Ucrania a Rusia en Alaska, como contrapartida metafórica de la venta de Alaska a EE.UU. por Rusia, pero no puede concluirse eso mientras no conozcamos los detalles de la reunión. Al contrario, lo que se concluye de lo que ha trascendido es que Trump no ha aceptado las condiciones de Putin, y viceversa. Trump incluso reconoció haber tenido «muchas» reuniones difíciles con Putin. Y esta, sin duda, lo fue.

Parece imposible negociar con un Putin que no solo vive en otro espacio —el de una Rusia convertida por él en antioccidental y en antidemocrática—, sino también en otro tiempo —el de su mitificado imperio ruso y el de su añorada URSS—. Ambas referencias históricas eran inevitables en Alaska, y la delegación rusa se preocupó de maximizarlas: Lavrov lució una trasnochada sudadera de la CCCP (URSS, en cirílico) y Putin enfatizó las raíces culturales y religiosas de Rusia en Alaska, honrando a los pilotos soviéticos caídos en combate en la región.

Donald despidió a Vladimir con cara larga —comparen la foto inicial con la final— y cancelando el almuerzo en su honor. Tras recibirlo entre aplausos, sonrisas y joyas aéreas, lo dejó sin comer. ¿No sintieron alguna vez desamor? Donald también, el frío desamor en Alaska.