Tiritonas

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

Javier Etxezarreta | EFE

17 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El cuerpo tirita para generar calor a través de contracciones musculares rápidas. Esto ocurre no solo cuando nos exponemos a bajas temperaturas, como le ocurre a los niños sedientos de mar, sino también cuando hay un desequilibrio interno como la fiebre, bajadas de azúcar o reacciones adversas a medicamentos.

La tiritona es un temblor que nos sacude por dentro y por fuera. Es una respuesta involuntaria a un frío que no es solo climático, sino que también puede ser social y emocional. La incertidumbre, la ansiedad o el miedo también nos hacen temblar.

La palabra tiritona es de origen canario y hace referencia al tir, tir, que es el sonido del temblor. Cada temblor, cada escalofrío, es «un frío abrasador, un fuego helado», que poetizaba Quevedo. Una noticia que nos impacta, un nuevo incendio, una crisis económica que nos asusta, unas imágenes de guerra. Es la sensación de que, sin importar cuánto nos abriguemos con nuestras rutinas y comodidades, siempre hay un frío que se filtra y nos congela el alma. Y a pesar de que el frío es colectivo, la tiritona, en su esencia, es un temblor solitario que sentimos de forma individual.

El cuerpo humano está programado para reaccionar ante el peligro y el estrés. En estas situaciones, la tiritona es una respuesta de nuestro sistema nervioso que se prepara para una situación de «lucha o huida». Cuando experimentamos una situación de peligro, ya sea real o simbólica, el cuerpo libera una gran cantidad de adrenalina. Esta hormona activa el sistema nervioso y prepara los músculos para reaccionar, lo que puede manifestarse en temblores o tiritona (temblamos de miedo). Un susto repentino o una noticia impactante pueden causar una sobrecarga de estímulos en el cerebro, que se traduce en una reacción física como la tiritona (también temblamos de deseo).

En resumen, la tiritera es un recordatorio de que nuestro cuerpo y nuestra mente están profundamente conectados. Es una señal de que, ya sea por frío, enfermedad o un torbellino de emociones, hay algo que nos está sacudiendo por dentro.

Aunque resulte paradójico, el verano es un tiempo propicio para las tiritonas. La temperatura del agua en nuestra tierra causa numerosas tiriteras no solo en niños ávidos de exprimir el baño en el mar. Los aires acondicionados desproporcionados tanto en locales como en el coche también desencadenan tiritonas repentinas. Los mayores conflictos relacionales provocados durante el verano son detonantes habituales para helar el alma y provocar escalofríos incontrolables. Los incendios descontrolados, los niños de Gaza, los muertos de la carretera, los emigrantes errantes que ninguno se los queda.

Y qué decir de los amores de verano cuya intensidad puede llevarnos a temblar qual piuma al vento y derretirnos de frío.