Pantallas y fosfenos

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer I Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

Dos niños consumen contenidos digitales en dos dispositivos móviles
Dos niños consumen contenidos digitales en dos dispositivos móviles iStock

24 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Los fosfenos son esas lucecitas difusas que aparecen y desaparecen al cerrar o frotarnos los ojos. Técnicamente, un fosfeno es una percepción de luz que no proviene de una fuente externa. Se origina por la estimulación mecánica, eléctrica o magnética de la retina o del nervio óptico.

Una pantalla, en cambio, es un dispositivo tecnológico que emite luz para crear imágenes visuales. Su origen es completamente externo y artificial. La imagen que ves está compuesta por millones de píxeles que se encienden y apagan de forma controlada.

En los fosfenos, la «imagen» es abstracta, carece de forma y detalles definidos. A menudo se presentan como destellos, manchas o patrones luminosos simples. No tienen una representación en el mundo real.

Las pantallas buscan replicar con la mayor fidelidad posible la realidad, o crear mundos digitales complejos y detallados.

Resumiendo, mientras que un fosfeno es una luz que el ojo percibe sin que exista una fuente externa, una pantalla es una fuente de luz creada artificialmente con el propósito de ser percibida por el ojo. Son, en esencia, dos caras de la misma moneda: la creación de una percepción visual, una desde el interior del cuerpo y la otra desde el exterior, a través de la tecnología.

A nada que uno tenga en cuenta el tiempo que permanecemos actualmente mirando una pantalla, es decir, estimulados por una imagen externa a nosotros mismos, poco queda para percibir otros fosfenos que no sean los provocados por la larga exposición a estas.

La inteligencia artificial ha venido a recrudecer la dependencia, no solo física, sino también emocional, de la pantalla. Ya hay descritos casos de gente que ha perdido el contacto con la realidad a causa de la IA. El software diseñado para agradar y dar la razón a los usuarios alimenta todo tipo de delirios. Keit Sakata, psiquiatra investigador en el USFC de San Francisco, describe lo que califica como «espejo alucinatorio» aquella situación en que los usuarios intensivos de la IA acaban atrapados en bucles de conversaciones con ella.

Se calcula que 3,5 millones de personas mantienen una relación «parasocial» con la IA, conversando durante horas buscando compañía, apoyo emocional o consejos útiles. Todo mirando una pantalla.

Visto lo que se ve, con lo poco que quede de nuestra capacidad para experimentar y fomentar estímulos interiores, quedaremos como fosfenos de las pantallas, percibiendo una baba luminosa de imágenes amorfas en nuestra retina, vertederos de Instagram, TikTok, IA y demás pantallazos.

Las pantallas han invadido el mundo, nos han ganado el relato, estamos encarcelados en ellas y nosotros mismos pasamos la llave.

El pensamiento acabará sustituyéndose por los fosfenos del último modelo de smartphone.