Cualquier inversión —tanto más cuanto más largo es el plazo para su recuperación— precisa un entorno basado en la confianza y la estabilidad.
Así ocurre especialmente en el caso de la tan necesaria inversión en viviendas de precio asequible, que por definición requieren muchos recursos financieros, y cuyo retorno tarda en completarse fácilmente varias décadas.
El inversor que enfrenta una inversión de ese tipo requiere una especial confianza en la estabilidad de su entorno normativo, político y administrativo para arriesgar tantos recursos y a tan largo plazo. Si teme que tal seguridad jurídica pueda verse comprometida durante la vida de su inversión, sin duda será absolutamente renuente a apostar por un sector socialmente integrador y perentorio hoy en día.
Sin confianza no habrá inversión. Si pensamos en nuestros ahorros personales, en nuestras apuestas, en nuestros compromisos o en nuestras pautas de consumo, seguro que el criterio que aplicamos es exactamente igual. Poca gente preferiría ir a un restaurante en el que la comida es mediocre que a uno que la prepara deliciosa, o comprar en una web insegura que en otra segura.
Esta es la razón por la que las Administraciones públicas tienen una responsabilidad central en la generación de la confianza que dinamice la inversión en vivienda asequible, y no deben faltar a la cita. Si no se facilita el acceso a suelo, unos procesos ágiles y seguros para desarrollar las edificaciones, etcétera, todo lo que leemos sobre apoyo a la vivienda asequible se quedará en buenas palabras, pero desgraciadamente no mejorará la vida de nuestros conciudadanos.
Sin embargo, si somos capaces de consensuar normas o planificaciones, y de respetar nuestros compromisos en el tiempo, no solo generaremos la confianza imprescindible hoy, sino que tal confianza será perdurable. El inversor en vivienda asequible esperará estabilidad, porque sabrá que la normativa que fundamenta su decisión de inversión, y su interpretación, regirá durante todo el horizonte temporal de su inversión… Independientemente de avatares políticos o modas.
Los líderes que sean capaces de comprender e implementar tal estrategia, tan al alcance de su mano, es seguro que serán reconocidos por sus sociedades: tanto por los ciudadanos que disfrutarán las bondades de sus resultados, como por los inversores que apuesten por la vivienda asequible que nuestra sociedad tanto demanda.
No hay más secretos para activar el círculo virtuoso de generación de bienestar y riqueza social en torno a la vivienda. Todos ganamos.