Aunque los incendios siguen dando guerra en Galicia, la situación ya no tiene nada que ver con la que teníamos hace una semana. Durante muchos días los fuegos arrasaron los montes de la comunidad (especialmente Ourense) y hubo momentos dramáticos en los que los medios que luchaban contra las llamas estaban claramente desbordados.
La impotencia se apoderó del operativo y, aunque los recursos que se dedicaron a la extinción aumentaron, no lograban controlar la situación. Dicen los expertos que estos incendios superaron todos los precedentes de años atrás. Fueron demasiados fuegos, tremendamente virulentos y que arrasaron grandes extensiones de terreno. Según estos especialistas, apagarlos no era cuestión de medios, porque eran inextinguibles en el corto plazo, salvo un cambio brusco en las condiciones atmosféricas: «Estaban lejos de la capacidad de extinción». No es que la labor de los bomberos, los militares y los voluntarios fuera estéril. Estremece pensar qué habría pasado si no existiese el gran operativo que se enfrentó a este drama. Pero sí es cierto que era imposible evitar el gran daño que hicieron.
A partir de ahora, con un ojo todavía puesto en los montes gallegos, se avecina la gresca política, ya iniciada a cuentagotas, pero con escasa intensidad todavía. La oposición sigue soñando con un Prestige que acabe con la hegemonía del PP en la Xunta. Y, realmente, ¿pueden los incendios ser la tumba del Gobierno de Alfonso Rueda? Parece poco probable tal cosa. Al presidente de la Xunta difícilmente se le puede achacar dejación de sus funciones. Estuvo al frente de la lucha desde que se tuvo conciencia de la situación. Tampoco se le puede reprochar que no diera la cara porque atendió a los medios casi a diario, respondiendo a las preguntas y no ocultando nada sustancial a la opinión pública.
Por supuesto que el que busque, algo encontrará que achacarle a la gestión del Ejecutivo. Pero va a ser difícil hallar argumentos sólidos que pongan contra las cuerdas al presidente. En cualquier caso, ya hemos asistido a las primeras movilizaciones contra la gestión de los incendios. La CIG (sempre en loita, como a ellos les gusta decir) impulsó las concentraciones, de las que no se extrae la conclusión de que haya un caldo de cultivo que nos lleve a un cuestionamiento masivo de la labor del líder del PP gallego. Por su parte, Ana Pontón le ha dado una vuelta de tuerca y ayer calificó la situación como «unha auténtica catástrofe social, ambiental e económica», para posteriormente culpar a Rueda: «Fallou e paralizou tanto a prevención como a anticipación e tamén a xestión dos lumes (...). E cando alguén falla de maneira tan clara, debe asumir responsabilidades».
Gómez Besteiro también culpa a las políticas del PP: «A Galicia interior leva demasiado tempo esquecida polo PP e cando chega o incendio quedamos indefensos fronte ao lume».
La cuestión se pondrá tensa, pero de momento está lejos de observarse una pulsión tan importante como para acabar con Rueda fuera del poder.