Generación de cristal: nostalgia prematura

Marina Ortega PSICÓLOGA

OPINIÓN

María Pedreda

29 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Las generaciones anteriores estaban acostumbrabas a percibir la nostalgia generalmente en personas de edad avanzada, sin embargo la juventud de hoy está acortando a edades juveniles ese sentimiento de añoranza melancólica.

Imaginémonos que se llama Lucía, tiene 24 años y uno de sus post con más likes (en Fin de Año) dice lo siguiente: «Gracias a este increíble 2024 por darme momentos que nunca olvidaré y gracias a las personas que formasteis parte de ello, hemos pasado por muchas cosas juntos, gracias por estar siempre ahí, os quiero infinito» (junto al texto, un vídeo formado por fotografías de todos sus amigos y amigas, con una canción acompañando las emotivas palabras).

Un post que refleja la híper nostalgia propia de muchas personas jóvenes que forman parte de una generación aparentemente más sensible que las pasadas. Donde hace décadas observábamos nostalgia en las personas mayores, al volver la vista atrás y añorar tiempos pasados, ahora lo vemos en jóvenes con toda la vida por delante.

¿Por qué esta nostalgia prematura? Es posible que ser de las primeras generaciones de nativos digitales influya en la excesiva idealización de los momentos. Las redes sociales y el contenido digital promueve la sensibilización a través de estímulos muy potentes, todo ello con sus ventajas y desventajas. Vídeos acompañados de música sensible para mostrar un acto de cariño de un perro con un niño para fomentar la sensibilidad con los animales, o un tiktok impactante para fomentar la empatía con las víctimas de bullying en la escuela, podrían ser dos ejemplos de tantos.

Además son hijos e hijas de padres y madres más adultos que han practicado más la comunicación, la empatía y en algunos casos la permisividad. Son hijos de las prisas y el consumismo, que influye en una autoexigencia o perfeccionismo cada vez más acusado.

Como en todo, podemos extraer el lado bueno y el lado negativo. Es la llamada generación de cristal porque tolera menos la frustración o el fracaso, o porque tiene niveles más altos de ansiedad o depresión. Hay personas que lo explican porque la juventud actual tiene menos prejuicios a la hora de hablar de salud mental, y otros creen firmemente que, a pesar de ello, realmente los números de trastornos de salud mental son más elevados que hace décadas.

Por todo ello es una generación más empática y comprometida con la sociedad, pero también más intolerante ante la frustración.

Para evitar los contras hay que evitar patologizar lo que es adaptativo o común. Es normal ponerse nervioso ante un examen o una entrevista de trabajo, por ejemplo, así como en una primera cita de amor. Este tipo de nervios a veces son confundidos con ansiedad, por la connotación negativa e injusta que a veces hacemos de ello.

La forma de interpretar la realidad condiciona el ánimo, interpretar como patológico algo que realmente no lo es puede dañar nuestra salud mental. El umbral que tengamos sobre nuestras expectativas vitales condicionará nuestro nivel de felicidad.