La distancia es relativa

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

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01 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Este artículo iba a titularse: «La relatividad de la distancia». Me pareció pretencioso. Quizá el lector esperase una reflexión en torno a la física: los conceptos de distancia y tiempo son fulcrales. Y yo no podría librarme, tampoco, de la tentación de Zenón y su paradoja sobre Aquiles y la tortuga. Ello, a su vez, me abocaría al ensayo de mi amado Jorge Luis Borges: «La perpetua carrera de Aquiles y la tortuga». Aun así, el poder del maestro me empuja a detenerme. El rápido Aquiles debe alcanzar a la lenta tortuga. Su celeridad multiplica por diez la de la tortuga. Aquiles corre diez metros; la tortuga, uno. Aquiles corre ese metro; la tortuga, un decímetro. Aquiles corre un milímetro y la tortuga una décima de milímetro. Y así hasta el infinito. Borges también cuenta que William James dijo que tal paradoja era atentatoria contra la realidad del espacio y del tiempo. Yo estoy con James y al maestro todo se lo perdono. Su ironía era tanta que alguna vez se pasaba de frenada, y salían pensamientos como este, que numerosos seguidores borgeanos siguen dirimiendo. Para ellos, la tortuga nunca será alcanzada por Aquiles.

Jane Austen no escribía como Borges, sin embargo Orgullo y prejuicio es una novela de rango mayor. En el capítulo 32 leemos: «Cerca y lejos son términos relativos y su apreciación depende de muchas circunstancias». Tal argucia le viene bien a una duda que me carcome: ¿quién estaba más cerca o más lejos de los incendios? La que más cerca estaba, sin lugar a dudas, era Yolanda Díaz, una de las vicepresidentas de España, que veraneaba en Galicia. Dice Alfonso Rueda que ni siquiera le llamó por teléfono y apareció en una manifestación (contra Rueda y el PP, por supuesto). Su jefe, Sánchez, ¿estaba cerca o lejos? Cerca, faltaría más, porque desde el primer minuto, como ha hecho ante todos los desastres que nos asolan desde el 2018, él se puso al frente y la ayuda que le pedían la envió. Claro que no la envió cuando tenía que enviarla, con premura, ni tampoco la cantidad que reclamaba el Gobierno gallego. Pero estaba cerca, tan cerca que nos visitó el 17 de agosto, cuando alrededor de cien mil hectáreas habían ardido en Ourense. Nos visitó con varios cordones de seguridad. No habló con ninguno de los afectados. No se acercó a ellos, porque lo del presidente era estar cerca, pero desde Lanzarote. Otra consideración merecen sus majestades, que sí estuvieron y escucharon y consolaron a las víctimas de esta tragedia. Y cerca estuvo el presidente Rueda, al que se le veían crecer las ojeras al ritmo de las hectáreas aniquiladas, sin afeitar, y durmiendo muy poco. Cerca, los que ayudaron a apagar las llamas. Y cerca los alcaldes, etcétera. Sin embargo, el Gobierno inventa su concepto de lejanía: los responsables (¡todos del PP!) estaban «lejos» de resolver la tragedia. Barcones, jefa de Protección Civil, aseguró que pedían cosas «imposibles». Ella también estaba cerca. En consecuencia, la distancia es relativa.