La elegancia, como el ojo clínico, el punto en la cocina o la caída de un tejido, son conceptos borrosos difíciles de definir pera que todo el mundo reconoce.
El recién fallecido Giorgio Armani logró plasmar en sus creaciones el concepto de elegancia sencilla, lejos de la opulencia, la ostentación y la búsqueda de miradas.
La sofisticación de Armani reside en la sutileza y una sencillez casi ascética que pocos diseñadores contemporáneos —Adolfo Domínguez es uno de ellos— han sabido plasmar.
Armani revolucionó la moda en los años 70 cuando la extravagancia y la moda disco de hombreras exageradas y estampados ruidosos se imponían en el mundo de la moda. La propuesta de Armani fue análoga a la que en su día aportó Coco Chanel, quien transformó la vestimenta femenina, que hasta entonces era símbolo de estatus con vestidos ceñidos, faldas largas, corsés y ausencia del color negro que limitaban el movimiento. El lema de Chanel era: «El lujo debe ser cómodo, de lo contrario no es lujo» y propuso una estética para la mujer radicalmente diferente a lo que era antes de ella.
Armani hizo lo mismo décadas después proponiendo una silueta desestructurada, con chaquetas de tejidos ligeros y «caída» natural que ofrecían una libertad de movimientos y comodidad que liberó a hombres y mujeres de los lechos de Procusto de la sastrería tradicional.
Más allá del diseño de las prendas, la elegancia de Armani se manifiesta en su meticulosa atención al detalle. Cada costura, cada pliegue, cada elección de tejido, está pensada para crear una armonía visual y táctil; era un maestro de los tonos neutros: el gris, el beige, el azul marino y el icónico greige (una mezcla de gris y beige). Colores que no compiten entre sí, sino que complementan, permitiendo que la atención se centre en la calidad de la prenda y en la persona que la lleva. Esta paleta de colores serenos es una declaración de intenciones: «La verdadera elegancia no necesita gritar para ser escuchada».
Armani entendió que la elegancia no es una tendencia pasajera, sino una actitud. Es la forma en que te mueves y te sientes contigo mismo. Sus diseños, atemporales y sin estridencias se resisten a las modas rápidas y a la obsolescencia. Un traje de Armani de hace 20 años sigue siendo tan relevante como lo era entonces.
En un mundo saturado de imágenes y de una constante búsqueda de lo nuevo, el concepto de elegancia de Armani es un recordatorio de que la belleza reside en lo duradero, en la autenticidad y en la confianza que nace de la comodidad. Su legado no es solo una colección de ropa, sino una filosofía de vida: la perfección sencilla.
¡Grande Giorgio!