Un aviso de China para consolidar su influencia global

Belén García Noblejas PROFESORA DE RELACIONES INTERNACIONALES DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA COMILLAS

OPINIÓN

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

10 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La ciudad de Tianjin (China) acogió, del 31 de agosto al 1 de septiembre, la vigesimoquinta cumbre de jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), poniendo el broche final al año de presidencia de China con una serie de eventos en los que el país asiático ha podido exhibir músculo diplomático y militar.

Esta cumbre, que reúne anualmente a los líderes políticos de sus Estados miembro —entre ellos, India, Irán, Pakistán y Rusia—, destacó en esta edición por su magnitud, contando además con la participación de representantes de organizaciones internacionales, como el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean). A su vez, coincidió con un desfile militar celebrado para conmemorar el 80 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, conflicto que la narrativa oficial china denomina como guerra de resistencia contra Japón y que el Consejo de Estado de la República Popular China describe en su página oficial como «la primera victoria completa de China contra la agresión extranjera en la era moderna». La presencia excepcional del líder norcoreano, Kim Jong-un, permitió proyectar imágenes de gran impacto simbólico, reuniendo en pocos días a Xi Jinping con dirigentes como Putin, Modi y el propio Kim Jong-un en una postura de cercanía y complicidad en un período de creciente incertidumbre. Frente a la crisis de credibilidad de Estados Unidos y su liderazgo como garante del multilateralismo, esta cumbre brindó a Xi una oportunidad para proyectar internacionalmente a China como un actor responsable y una alternativa fiable.

Esto, evidentemente, tiene consecuencias para Estados Unidos y sus aliados, sobre todo en la región de Asia-Pacífico. El alarde militar es un mensaje contundente para actores regionales que ponen en cuestión lo que Pekín considera parte de su integridad territorial en el mar de la China Meridional y el mar de la China Oriental, destacando Filipinas, Taiwán y Japón, tres de los cuatro principales aliados de Estados Unidos en Asia-Pacífico (junto a Corea del Sur) y dependientes de este militarmente.

A nivel doméstico, este ciclo de eventos proyecta una imagen de Xi como líder global, conciliador, influyente y poderoso, que alimenta un orgullo nacional necesario para proteger la estabilidad del régimen ante la ralentización de la economía, fuente de legitimidad del Partido Comunista de China desde el final de la década de los setenta.

La cumbre de la OCS y el posterior desfile conmemorativo son, en esencia, un alarde del poder diplomático y militar de Pekín. Sin representar un cambio dramático en su postura, esta serie de eventos pretende demostrar la progresiva consolidación de las aspiraciones de Pekín por influir en la gobernanza global con todos los medios a su disposición.