
El jueves pasado, con la abstención de Israel pero el apoyo de EE.UU., el Consejo de Seguridad de la ONU, tras más de tres horas de reunión, emitió una declaración de condena al ataque perpetrado contra Catar dos días antes. La flagrante violación de la integridad territorial del pequeño estado del Golfo Pérsico que, desde la agresión de Hamás contra Israel el 7 de octubre del 2023, ha venido desarrollando una gran labor diplomática para acercar posturas, ha indignado a la comunidad internacional. Si bien, hasta ahora, los ataques de Israel contra el Líbano, Siria e Irán fueron condenados por violar el derecho internacional y el apoyo de EE.UU. hizo que los reproches fueran relativamente tibios, en esta ocasión la declaración de la embajadora norteamericana ha puesto en evidencia un cambio de actitud. En una llamada telefónica, Trump le ha trasladado a Netanyahu que este ataque es inaceptable y no puede volver a repetirse. Esta vez, el bombardeo de una edificio de Catar, donde Israel alega que se encontraban altos dirigentes de Hamás reunidos, ha tenido una respuesta muy contundente.
Cuestión aparte es determinar si este rechazo casi unánime de la comunidad internacional y la solidaridad mostrada por muchos Estados tendrá consecuencias inmediatas o se quedará, una vez más, en papel mojado. La convocatoria de una reunión urgente de los países árabes y musulmanes, a celebrar en Doha mañana y el lunes, tiene por objeto analizar qué medidas legales y de otro tipo tomar contra Israel de manera unida. Pero, ni por los antecedentes ni por la actual situación y política de cada uno de estos países, parece que puedan ser realmente efectivas, salvo por manifestar unidad en su apoyo a Catar.
Si alguien albergaba esperanzas sobre la voluntad de Netanyahu de alcanzar un acuerdo de paz, ya puede considerar que es inexistente. La agenda del premier israelí es acabar con Hamás y arrasar Gaza aun a costa de los rehenes y de los palestinos y los soldados israelíes que mueren atrapados en esa trampa mortal. Las diez bombas contra el edificio de Doha, en realidad, son contra la paz. Israel solo aceptará la rendición total y sin condiciones.