Hace unos años, en una excursión al campo, un alumno me preguntó para qué servía el conocer el nombre de las plantas. Le di una serie de razones, pero el joven no pareció estar muy de acuerdo. Le expliqué la satisfacción que me producía el identificar las plantas cuando paseaba por el campo y le dije que para mí era como leer la naturaleza.
El joven lo pensó un momento e insistió: «¿Y para qué sirve leer?». Le contesté que la lectura es la mejor forma de acercarse al conocimiento, de mejorar el lenguaje, además de ayudarnos a entender el mundo: «Seré más concreto —le dije—. Si te esfuerzas, podrás leer la naturaleza y hasta aprobar el examen». Los dos nos reímos.
Ahora, una influencer de éxito a la que no conocía ha publicado en sus redes que «leer no te hace mejor»; al parecer es muy famosa. Según he leído, y espero que me disculpe por ello, crea contenidos y moldea decisiones de compra, aunque supongo que no de libros. La verdad es que no sé a qué se refería la señora —a libros de ficción, periódicos, poesía o etiquetas de ropa—, pero vayamos con la cuestión.
Tiene razón, leer no te hace mejor. Netanyahu no va a mejorar aunque se lea una enciclopedia muy grande; tampoco creo que consiguiera cambiar a Donald Trump o Jeffrey Epstein, pero sin leer es difícil informarse de lo que hacen estos personajes. Como supongo que la señora citada no aboga por la desinformación, he de suponer que lo que no le gusta es fijar la atención en las letras.
Tampoco creo, como he leído, que los médicos te receten libros para curar; si tienes acidez de estómago o cáncer de páncreas vas a estar muy enfadado. Imagínenselo: en vez de quimioterapia tiene que leer por la mañana a Lafuente Estefanía, empiece por Horrible pesadilla, y por la tarde cualquier novela de Corín Tellado. En ningún caso se acerque a la literatura islandesa, está contraindicada por sus interacciones.
Por lo demás, no creo que leer te permita vivir otras vidas. Si eres pobre en el capítulo uno, lo serás a final del libro, pero no en emociones. Durante un período de tiempo dejarás a un lado los problemas y sentirás alegría, tristeza, cólera, miedo o sorpresa. Piénsenlo, en la vida solo nos acostamos con una pareja o con un libro.
He conocido gente que no sabía leer, gente que por trabajo no tenía suficiente tiempo para hacerlo, y jamás he oído críticas o he visto a nadie que manifestara ningún tipo de superioridad moral, pero nunca había escuchado a alguien, inconscientemente supongo, que hiciera una especie de apología de la ignorancia.
Hace cuatro décadas, en O Courel, conocí a varios maestros que por las tardes, al acabar la escuela, prolongaban su jornada para enseñar a leer a las personas mayores en los pueblos. También he leído que tras el golpe de Estado franquista, cuando los fascistas llegaban a un pueblo lo primero que hacían era fusilar al maestro y a cualquier otra persona ilustrada.