
Como el país camina hacia la hecatombe y hay que salvar a la patria no se sabe bien de qué o de quién, siendo Feijoo cabeza de la lista más votada, no habría que esperar a elecciones para elegirle, con el riesgo de que las perdiese, sino que habría que encargarle un Gobierno de salvación, con la condición de no incluir a Podemos, Sumar y nacionalistas, y así contar con el beneplácito del establishment y la gente de bien. Simultáneamente, habría que generar en portadas y tertulias más miedo a la eliminación de la propiedad privada, las eléctricas, el aumento de los impuestos, la reducción de la jornada laboral y la ruptura de España.
La labor previa ya está hecha contra Pablo Iglesias y se está haciendo contra Pedro Sánchez, al margen de sus valores y errores personales. Negar la guerra judicial, el lawfare, contra ambos es como negar el cambio climático. Susan Tiefenbrun, en Semiotic Definition of Lawfare, la define como «el abuso de los procedimientos legales para provocar el repudio popular contra un oponente, dando una apariencia de legalidad». Ciertos jueces dependientes han cumplido bien las instrucciones al respecto, a la vez que reclamaban independencia judicial. Sin embargo, Feijoo, que es moderado e integrador, a Pablo no, pero a Pedro podría incluirlo en el Gobierno de salvación, como ministro de Asuntos Exteriores, por políglota y para que viajase a países lejanos, sugiriéndole que colocase de secretaria de Estado a Begoña Gómez (la familia es lo primero).
Un Feijoo presidente conservaría a Tellado como portavoz, porque favorece el diálogo. Consciente de que en un gobierno de salvación habría que contar con independientes, podría nombrar ministro de Hacienda a Montoro, que incorporaría como secretario de Estado a Alberto González Amador, novio de Ayuso; ministro de Economía a Rato, que delegaría la contabilidad en Bárcenas; ministro de Obras Públicas a Almeida, que se llevaría de director general de Infraestructuras a Florentino Pérez; ministro de Cultura a Toni Cantó; ministra de Modelo Territorial a Ayuso; ministro de Medio Ambiente a Mazón; ministro de Justicia al juez Hurtado; ministro de Defensa y Reto Demográfico a Abascal… Tal vez la salvación consista en no esperar la salvación.