Cosas del tren

José Ramón Alonso de la Torre
Alonso de la Torre A 700 KILÓMETROS

OPINIÓN

MARTINA MISER

16 sep 2025 . Actualizado a las 13:04 h.

Desde 1981 vivo entre Galicia y Extremadura, dos regiones que se quieren mucho: un sondeo del 2021 sobre polarización y convivencia en España apuntaba que los extremeños aprecian sobre todo a los gallegos y los gallegos a los extremeños. Desde 1986 escribo en La Voz de Galicia. Estos dos apuntes biográficos han marcado una vida de nómada ferroviario: primero, por la Vía de la Plata, recorriendo lo más vacío de la España despoblada, en viajes que llegaron a durar 21 horas; ahora, por Madrid, para no pisar la España sin gente y sin tren, pero creyéndome protagonista de un milagro: salgo de Cáceres tras desayunar y llego a Vilagarcía de Arousa a la hora de comer.

Carlos Casares, a quien leí en esta página durante años y a quien leo ahora en las recopilaciones de sus artículos y escritos (Os agostos de Casares, A ledicia de ler, Un país de palabras), concebía el tren como una metáfora de la vida y de la literatura. El 25 de agosto del 2001, al día siguiente de su cumpleaños, Casares escribió en La Voz uno de sus últimos artículos (nos dejaría en marzo del año siguiente). Lo tituló Trens e poesía y trataba de su pasión por los trenes eléctricos y de la lectura de un libro de poemas de Antón Tovar: El tren y las cosas.

Cosas del tren… Cuando empecé a escribir en La Voz entregábamos las fotos del día al maquinista del Semidirecto y las recogía un motorista en la estación de A Coruña. Hoy, las fotos llegan al instante, los trenes vuelan y la prisa nos carcome y nos enferma. Pero nos queda la lectura. Leer el periódico es un acto de reflexión, autoconocimiento y placer, una posibilidad de crecimiento personal. «A poesía cura case todo», sentenciaba Casares al final de aquella columna en la Última de La Voz. El periodismo, también.