El patio de Monipodio

Francisco Ríos Álvarez
francisco ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

Chema Moya | EFE

20 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Un columnista habitual de estas páginas reprochaba recientemente a un exministro de Hacienda que hubiese convertido aquel departamento en el patio de Monipodio. Un vistazo a las redes sociales nos revela el creciente empleo de esa expresión en la crítica política. Cada opinante lo sitúa según su óptica: en el Congreso, en la Moncloa, en este o en aquel partido...

Ya Nebrija distinguía en 1495, en su Vocabulario español-latino, dos tipos de monipodio, el «monipodio de los que venden (monopolium)» y el «monipodio en otra manera (conspiratio, onis)». Ese sustantivo es una alteración de monopolio ‘control del mercado por un solo vendedor'. Actualmente conserva solo el segundo de los sentidos originales: ‘Convenio de personas que se asocian y confabulan para fines ilícitos'. Con este se empleó en este texto de la primera mitad del siglo XV para referirse a la conspiración que culminó con el asesinato de Julio César: «Commo ya la su altiveza fuese intolerable, acordaron de lo matar, lo qual non tardaron de lo poner en obra. E los principales d'esta conjuraçión o monipodio fueron Bruto e Casio».

Hoy apenas se usa ese monipodio con minúscula. Casi siempre se trata de Monipodio, el dueño del famoso patio, creación de Cervantes. Es uno de los principales personajes de una de sus novelas ejemplares, Rinconete y Cortadillo. Poco después de su llegada a Sevilla, los dos jóvenes, ladronzuelos noveles, se dirigen a la casa de Monipodio. Dice Cervantes de este que era alto de cuerpo, moreno de rostro, cejijunto, barbinegro, al que la abertura de la camisa descubría un bosque, tal era el vello que tenía en el pecho. Tras una minuciosa descripción de su cuerpo, así como de ropaje, calzado y arma, concluye: «Representaba el más rústico y disforme bárbaro del mundo».

Monipodio controlaba una de las cofradías del hampa sevillana, un gremio integrado por todo tipo de delincuentes. A rufianes, ladrones y golfos de toda laya los reunía en el patio de su casa. Desde entonces, el patio de Monipodio es el modelo de junta de conjurados que se alían para llevar a cabo sus fechorías.