Cómo gobernar la empresa en la incertidumbre

Susana Quintás
Susana Quintás CONSEJERA INDEPENDIENTE. COAUTORA DE «CÓMO TRANSFORMAR DESDE EL CONSEJO»

OPINIÓN

M.MORALEJO

21 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Septiembre es el mes de los comienzos, de retomar el rumbo, revisar prioridades y volver a hacerse las preguntas importantes. ¿Estamos preparados para lo que viene? ¿Tenemos un plan… o al menos un buen radar? Con ese espíritu de arranque, me viene a la mente el título del XIII Foro del Consejero, organizado por KPMG e IESE, La aportación del Consejo ante la incertidumbre, al que asistí justo antes del verano. Un título tremendamente acertado en el mundo que nos rodea porque una cosa es gobernar, otra muy distinta es gobernar en la incertidumbre.

Desde el 2020, las compañías han aprendido que el riesgo ya no se presenta en capítulos, sino en temporada completa: pandemia, terremotos, disrupción tecnológica, fragmentación geopolítica, presión regulatoria y un entorno económico pantanoso. La incertidumbre ha dejado de ser un ciclo: es nuestro nuevo contexto operativo. ¿Dónde buscar solidez cuando todo cambia? En un órgano que puede ser, si es efectivo, más brújula que ancla: el consejo de administración. La incertidumbre no se gestiona desde la intuición, sino desde la preparación colectiva. Y en eso, el consejo puede tener tres grandes aportaciones:

1. Leer el mundo para transformar la empresa. Nuevos y cambiantes vectores del entorno, según un estudio de PwC en 17 de 22 sectores analizados, y la presión por reinventarse alcanza su puntos más alto en los últimos 25 años y estiman que tan solo en el 2025 podrían cambiar de manos 7,1 billones de dólares en ingresos entre empresas.

2. Pensar lo impensable, decidir lo difícil. Crecer en un entorno incierto requiere estrategia, sí, pero también valentía. El consejo debe ser un espacio donde se puedan formular preguntas incómodas, simular escenarios extremos y anticipar disrupciones sin caer en el alarmismo.

3. Reforzar la supervisión en nuevas fronteras. Se estima que la inteligencia artificial (IA) podría aumentar el PIB mundial un 15 % en los próximos 10 años, una cifra similar a la de la Revolución industrial. Es relevante que este despliegue se haga con responsabilidad y con una gobernanza que transmita confianza. La IA no se regula sola dentro de la empresa. El consejo necesita entender lo que está en juego: sesgos, privacidad, decisiones automatizadas que escapan al ojo humano. Gobernar tecnología exige incorporar nuevas competencias, sin perder el sentido ético ni la misión corporativa. Los modelos clásicos de control se quedan cortos. ¿Cómo supervisar un algoritmo de IA generativa que toma decisiones en tiempo real? El consejo no debe ser técnico, pero sí capaz de comprender lo esencial para hacer las preguntas correctas y marcar los límites adecuados.

La incertidumbre no se gestiona desde la improvisación. Se gobierna con propósito, con datos, con diversidad de pensamiento y con mirada larga. Septiembre es el momento perfecto para recordarlo. El consejo no tiene una bola de cristal. Pero sí puede construir un radar. Y, sobre todo, puede ser ese espacio donde la empresa respira hondo, levanta la mirada y se prepara. Para adaptarse. Para avanzar. Para seguir. Porque la incertidumbre no es el enemigo. El verdadero riesgo es improvisar.