La preocupante fatalidad que nos gobierna

Pedro González Vieites ECONOMISTA Y ASESOR DE EMPRESAS

OPINIÓN

Alberto López

30 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde hace algún tiempo llevo dándole vueltas a la preocupante actuación de las élites dirigentes que están en el puente de mando de la nave que cada día se acerca más al núcleo de la tormenta. Lo que estamos observando en los últimos años, no solo en España, es para dedicarle una atención y análisis sosegado y pormenorizado. Joseph Conrad, novelista inglés, decía: «Enfrentarse, siempre enfrentarse, es el modo de resolver el problema, enfrentarse a él». Conrad en su obra explora y analiza la vulnerabilidad y la inestabilidad moral del ser humano, la mente del hombre es capaz de todo, porque todo está en ella, tanto el pasado como el futuro.

Después de una pandemia, del conflicto catalán, de la guerra de Ucrania, del volcán de La Palma, de la dana, de los incendios y de todas las promesas ulteriores, uno se debe cuestionar si es que no saben arreglar nada sin manipular, politizar y embarrarlo todo en esta época de raquitismo intelectual. Semeja que solo quieren que dure y dure como el anuncio de las pilas, pero nuestros retos siguen ahí, el problema como nos recuerda Conrad es enfrentarse a ellos, nos sobran promesas, faltan hechos. Me parece realmente descorazonador dedicarse al negocio de crear conflictos emocionales a los ciudadanos y a la gente para vivir de ello, a pesar de su enorme coste no solo en términos económicos sino de convivencia y libertad.

La fractura de la sociedad sustentada en la polarización de la gestión realizada por sus responsables que a la vista de sus resultados es absolutamente decepcionante, salvo claro está, que el objetivo inicial fuera aquel, necesita de estadistas que piensen en las futuras generaciones no en políticos que piensen, exclusivamente, en las próximas elecciones como bien nos recordada Churchill. La magnitud de sus consecuencias es inconmensurable, sobre todo, para las clases menos favorecidas y necesitadas a las que en teoría afirman defender y favorecer. Nuestra historia, tanto pasada como reciente, está plagada de hechos cuyas consecuencias hemos tenido que soportar y sobrellevar durante décadas. La sensibilidad y mentalidad de nuestros políticos nos está abocando a una situación límite y no resulta extraño escuchar o ver en las redes sociales preocupantes declaraciones y afirmaciones de jóvenes expresando su opinión sobre las medidas, algunas ciertamente muy drásticas, para su erradicación. César Alonso de los Ríos en un artículo de opinión de enero de 2005 Europa y la Ruptura de España, afirmaba que nosotros (el resto de los españoles) al formular nuestra preocupación, desestabilizamos; ellos (los nacionalistas) al desestabilizar ejercitan un derecho. Los que actuamos con lógica producimos alarma, los que se dedican a provocar la alarma deben ser aceptados como normales.

Para ganar elecciones no vale todo, mentir, manipular, desacreditar, fabricar relatos para favorecer a la incompetencia. Por desgracia como nos recordaba el socialista francés Jean Jaurés allá por 1903, la noche de la servidumbre y de la ignorancia no desaparece con una súbita iluminación, sino que tal vez tendríamos que fijarnos en la evolución de los marcos institucionales y sus reglas de juego, dado que su funcionamiento anómalo induce al declive o al fracaso económico de los países, como nos recuerda el premio nobel de economía Douglass North.