
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado un «acuerdo histórico» entre Israel y Hamás que prevé, en una primera fase, la liberación de «todos los rehenes» y la retirada del Ejército israelí de la Franja de Gaza. Asimismo, Trump ha agradecido el papel de Catar, Egipto y Turquía en el proceso de paz en curso. Todo ello con el propósito de hacer operativo un Estado palestino.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha manifestado que «con la ayuda de Dios traeremos a casa a todos los presos en manos de Hamás». Algo que figura incluido en el proceso de paz. Por su parte, Donald Trump ha asegurado que el acuerdo entre Israel y Hamás será «el principio de una paz duradera». En este contexto, España y Francia se han ofrecido también para formar parte de la fuerza internacional para la seguridad en Gaza.
El Ejecutivo israelí ha aprobado así la primera fase del plan de paz auspiciado por el presidente estadounidense, que conlleva el acuerdo de detener la violencia en Gaza. La realidad es que se ignora cuántas posibilidades tiene de sobrevivir la paz trumpista para desembarazarse de la violencia en la Franja de Gaza. Una parte de la historia que aún está sin escribir.
Es cierto que el Gobierno de Benjamín Netanyahu ha dado el visto bueno a la primera parte del plan de paz, que supone la entrada en vigor del alto el fuego tras dos años de devastación en la región, con más de 67.000 palestinos muertos. Pero las posibilidades de esta paz trumpista tampoco son ilimitadas. Lo cual permite hablar de un horizonte esperanzador, pero también incierto.
Trump tiene previsto hablar hoy en el Parlamento israelí. Y no faltan los ministros de Israel que siguen esforzándose para erradicar a Hamás, en el contexto de una población gazatí extenuada. Lo cual augura un complejo futuro en Gaza.