El precio del huevo

José Manuel Corrales PROFESOR DE ECONOMÍA Y EMPRESA DE LA UNIVERSIDAD EUROPEA

OPINIÓN

MABEL R. G.

18 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El precio del huevo, uno de los productos más básicos de la cesta de la compra, se ha disparado en los últimos meses. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el incremento ha sido del 15,9 % entre enero y septiembre, y de casi un 18 % respecto al mismo período del año anterior. Detrás de esta subida se encuentra una combinación de factores coyunturales y estructurales que van mucho más allá de la simple inflación alimentaria.

Por un lado, el sector avícola español ha sufrido las consecuencias de los brotes de gripe aviar, que han reducido el número de explotaciones productivas y obligado a sacrificar decenas de miles de aves. Aunque el impacto sanitario ha sido desigual según las regiones, la incertidumbre y el aumento de los costes de bioseguridad han tensionado la oferta. A esto se suma el incremento de los costes de alimentación animal, energía y transporte, tres componentes esenciales en la producción de huevos.

La transformación estructural del modelo productivo también es un factor determinante. La Unión Europea impulsa desde hace años una transición hacia sistemas de cría más sostenibles y respetuosos con el bienestar animal. España, tradicionalmente uno de los mayores productores comunitarios, está acelerando la sustitución de las jaulas convencionales por sistemas en suelo, camperos o ecológicos. Este cambio, aunque socialmente deseable, requiere fuertes inversiones en instalaciones, certificaciones y manejo del ganado, que inevitablemente se trasladan a los precios finales.

El encarecimiento del huevo simboliza así el dilema actual de la alimentación europea: cómo compatibilizar el bienestar animal, la sostenibilidad ambiental y la seguridad alimentaria sin castigar al consumidor. La sociedad demanda productos éticos y de calidad, pero el proceso de transición tiene un coste que todavía no se ha repartido de forma equitativa entre productores, distribución y consumidores.

Conviene recordar que el huevo sigue siendo una fuente de proteínas de alto valor nutricional y bajo impacto ambiental en comparación con otros alimentos de origen animal. Sin embargo, su papel como producto básico lo convierte en un indicador sensible del poder adquisitivo de los hogares. En un contexto de inflación persistente, cualquier subida en alimentos esenciales se percibe como una pérdida directa de bienestar.

Más que alarmarse, este episodio debería servir para repensar la política alimentaria. Fortalecer al pequeño productor, garantizar mecanismos eficaces de compensación ante crisis sanitarias y asegurar una transición justa que no recaiga únicamente sobre quien llena el carrito de la compra son cuestiones fundamentales que debemos abordar. El precio del huevo nos recuerda que detrás de cada alimento hay una cadena económica, ecológica y ética que también necesita equilibrio.