Frenar a Juan Luis Cebrián

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

De izquierda a derecha, Juan Luis Cebrián, Luis García Montero y Santiago Muñoz Machado
De izquierda a derecha, Juan Luis Cebrián, Luis García Montero y Santiago Muñoz Machado

19 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

No hay casualidades. O hay más bien pocas. Y somos mayores para ellas. Luis García Montero (para la derecha, un poeta del régimen sanchista que ha sido premiado con la dirección del Instituto Cervantes) fue el primero en abrir fuego contra la Real Academia Española. No resultó precisamente amable con la figura de su director Muñoz Machado: «Tengo que reconocer que, como filólogo, yo estaba acostumbrado a hablar en la RAE con Fernando Lázaro Carreter, Víctor García de la Concha, Darío Villanueva... grandes filólogos y grandes hombres de la cultura. Y ahora la RAE está en manos de un catedrático de Derecho Administrativo experto en llevar negocios desde su despacho para empresas multimillonarias. Eso, personalmente, crea unas distancias». Lo hizo a propósito. Llevaba tiempo mordiéndose la lengua y rajó justo antes de la gran cita de esta semana del idioma en Arequipa, en homenaje a Vargas Llosa. La RAE sacó un comunicado de urgencia acordado por su pleno de forma telemática, en el que consideró las palabras de García Montero como «incomprensibles, desafortunadas e inoportunas». El encuentro en Perú no sirvió para que los dos púgiles se fuesen a su rincón y plegasen velas.

Tras un amago de calma, García Montero volvió a la carga y puso el dedo en su auténtico objetivo: ¿quién será el sucesor de Muñoz Machado en la Academia española en diciembre del 2026? Desveló así que su ataque no es por una disputa de competencias por quién difunde mejor el castellano por el mundo, sino por el futuro jefe de la casa. Salió en seguida un académico de peso como Álvaro Pombo para acusarle de ser un poeta menor y un testaferro del Ejecutivo sanchista. Añadió: pretende lanzar un ataque sin sentido contra una persona que no depende del Gobierno para vivir, a diferencia de García Montero. Otro Miura de la Academia siguió su estela. Nada menos que Pérez Reverte terció y dijo que lo que buscaba García Montero, «que es un mediocre y un paniaguado», es colonizar la institución. Y explicó su opinión: «García Montero se prepara para controlar también la Academia, si se le permite hacerlo. O sea, ponerla a su servicio y contaminarla como han hecho con todas las instituciones españolas. Lo que se traduce, en el caso que nos ocupa, en una siniestra mezcla de egos revueltos y mala fe». Abunda en la teoría de su compañero Álvaro Pombo y que se resume en que, desde Moncloa, quieren a alguien más de su cuerda al frente de la RAE, cuando llegue la sucesión. De ahí estas lanzas y estos puñales. El objetivo del ministro Albares, que patrocina a García Montero, no es otro que impedir como sea que Juan Luis Cebrián suceda a Muñoz Machado. Fue su rival en la anterior elección. Y muchos dicen que podría volver a ser candidato. Cebrián, que lo fue todo en El País, ha escrito algunos de los artículos más duros contra la deriva de Pedro Sánchez. Siempre hay una explicación. Se trata de disparar contra Muñoz Machado para frenar a Juan Luis Cebrián. Este podría tener sólidos apoyos en la institución de otros académicos muy duros con el sanchismo como Félix de Azúa. El idioma, en manos de enemigos tan distinguidos, entorpecería el relato de Sánchez. La cultura, enfrente y no a su lado.