Las universidades gallegas discrepan acerca de cómo debe ser el examen para ser abogado. La UVigo considera válido el sistema online, pero la USC y la UDC piden que vuelva a ser presencial, como antes de la pandemia. El problema suscitado es lo de menos. No me opongo a dicho examen, pese a que los letrados ya veteranos no lo tuvimos que superar y el que más y el que menos salió adelante. Donde un licenciado en Derecho, tras la preceptiva colegiación, se hace abogado, es acudiendo a los juzgados una y otra vez tutelado por un veterano que le enseñe los entresijos de esta complicada profesión. Al principio asistirá alarmantemente desorientado, siendo la labor de su mentor la de inculcarle la máxima responsabilidad y serenidad. Lo primero que debe aprender es que los pleitos se deben defender como propios y perder como ajenos. En caso contrario, infarto seguro. Si un joven letrado pierde un juicio no debe achacarlo exclusivamente a su escasa pericia. Si lo ha trabajado lo necesario tiene que asumir que el resultado no depende de él. Hay un juez, peritos, otro letrado y en muchos casos un fiscal. La suya solo es una pretensión más. A ningún novato se le deben caer los anillos por asumir su bisoñez y preguntar a un colega con experiencia. Ningún examen de acceso a la abogacía te enseña tanto como un buen compañero que peine canas.