Botánicamente, la soja es una legumbre (leguminosa) de la familia de las papilonáceas (como el guisante) y su nombre científico es Glycine max. Es una planta de tamaño medio con flores blancas y frutos que contienen semillas de colores diferentes en función de la especie de la que se trate (amarillas, negras, verdes...). De origen asiático, se introdujo en Europa en el siglo XVIII. Actualmente se cultiva en diferentes zonas del mundo porque la demanda ha aumentado debido al incremento de su consumo, y sigue siendo un alimento básico en China.
De su composición química destaca la presencia de proteínas, en una proporción que duplica la de la carne y es cuatro veces mayor que la de los huevos, por ejemplo. Contiene también ácidos grasos, isoflavonas (con efecto estrogénico y antioxidante), hidratos de carbono complejos, vitaminas (A, E, C y grupo B) y varios minerales de interés (calcio y fósforo).
Entre las ventajas de la soja suele indicarse que presenta lecitina (proporciona elasticidad a las membranas celulares y las protege de los radicales libres nocivos) y que podría ser considerada como una buena alternativa al consumo de carne en quienes siguen dietas vegetarianas y deben ingerir proteínas para mantener el equilibro nutricional. Asimismo, contribuye a prevenir la descalcificación de los huesos por su contenido en minerales y la presencia de una isoflavona que interviene en el proceso y resulta apta para intolerantes a la lactosa y proteínas de vaca, que deben eliminar la leche y sus derivados de su alimentación. También se considera indicada para las personas mayores que consumen pocas proteínas.