Calabazas o Tenorio

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer I Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

HALLOWEEN SAMAIN EN BARBANZA 2024
CARMELA QUEIJEIRO

09 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En el inicio de noviembre, dos tradiciones se miran con recelo a través del charco. A un lado, el aroma a teatro y verso endecasílabo; al otro, el dulce empalagoso y el plástico naranja chillón. Hablamos de nuestro entrañable Don Juan Tenorio y de esa importación cultural con ínfulas de fiesta pagana, el Halloween. La obra cumbre de José Zorrilla era el ritual inexcusable de nuestro país en días de difuntos, el Halloween ibérico de toda la vida. En vivo o en el añorado Estudio 1, cada año abría un espacio de reflexión no tanto sobre el miedo, sino sobre el libertinaje, la muerte y el perdón. Nuestro don Juan es el antihéroe por excelencia: un rockstar del Siglo de Oro, que colecciona almas y honor como cromos y que, tras una vida de libertinaje, se las tiene que ver con estatuas que caminan y un cementerio animado de sombras fieras. ¿Fantasmas y ultratumba? ¡Claro que sí! Pero con mucha dignidad y rima consonante.

Frente a esta obra maestra del Romanticismo irrumpe el Halloween, que es como un primo americano, ruidoso y maleducado que viene de visita. El espanto se reduce a un niño de 5 años disfrazado de vampiro pidiendo caramelos o disfraces sexualizados para fiestas paganas. Donde don Juan nos ofrece un banquete con el Comendador de piedra, una cena que te garantiza la salvación in extremis, Halloween te da una bolsa de gominolas que te garantiza una cita con el dentista.

El clímax de ambas tradiciones es revelador. En el Tenorio, don Juan se arrepiente en el último suspiro, redimido por el amor de doña Inés. Un reality show redentor de época. El gran desenlace de Halloween es un final mucho más consumista y menos poético.

El verdadero dilema no es si preferimos el drama en verso o las calabazas, sino si seremos capaces de mantener viva la tradición que nos recuerda que los españoles también sabíamos de ultratumba antes de que llegara la globalización. Brindemos por nuestro galán de capa y espada que, al menos, te invita a cenar antes de intentar condenar tu alma. Esta calabaza omnipresente es un símbolo de la decadencia. El miedo ya no es el castigo divino ni la condena eterna. ¡Es quedarse sin caramelos! O sin tener que ponerse para ir de fiesta. ¿Qué conceptos humanos enriquecen más el alma? ¿Qué enseña más? El desenfreno, la culpa, el castigo, el arrepentimiento, el perdón, el amor y la redención, o el miedo de plástico a una calabaza y un disfraz de los chinos.