Niños en el show de Truman

David Suárez Alonso
David Suárez CINCO UVES DOBLES

OPINIÓN

14 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En la entrevista que le hizo Tamara Montero en La Voz, la escritora Delphine de Vigan reconocía que le veía difícil solución legal a esto que hemos bautizado, con un anglicismo por supuesto, como sharenting. La autora francesa, siempre tan acertada en la elección de las temáticas de sus libros, ya sentó cátedra hace tres años sobre este universo de niños youtubers, padres influencers y chavales criados entre más followers que mimos. Parece mentira que a estas alturas haya que legislar para evitar la exposición de menores en las redes sociales. No somos aquellos locos que se metieron en una casa en la que les iban a grabar 24 horas sin tener ni idea de lo que les esperaba fuera. Ni Bisbal, Chenoa y Rosa López pensando que lo que pasaba en Operación Triunfo no le interesaba a nadie. Sabemos lo que son Instagram, YouTube y TikTok. Intuimos, hasta donde nos dejan, cómo hacen negocio. Deberíamos conocer, al menos de oídas, lo que cuesta borrar cualquier rastro dejado en internet. Lo fácil que es descargar una imagen, editarla y compartirla. Deberíamos tener interiorizado que la privacidad es un derecho al que, ahora más que nunca, no podemos renunciar y una de las principales enseñanzas que debemos inculcar a nuestros hijos: saber qué, cuánto y con quién compartimos. Si un adulto quiere mostrar su vida a miles de desconocidos y hacer negocio con ello está en su pleno derecho, faltaría más. Pero sus hijos deben tener esa misma libertad. Deben poder decidir. Disfrutar del placer de sentirse uno más cuando caminan por la calle. Sentir que, independientemente de lo hagan, digan o lleven puesto, no son más que una hormiga en un universo infinito. Si compartimos su vida hasta que ellos puedan decir no, será tarde. Como pronostica De Vigan en Los reyes de la casa, igual queremos pararlo cuando ya se sienten observados permanentemente, reconocidos en cada lugar al que van y objeto de todo tipo de burlas. Como Jim Carrey en la película El show de Truman, protagonistas de un reality del que nunca han querido formar parte.