Los epónimos son las personas o cosas cuyo nombre pasa a denominar otra cosa. En español hay un buen número. Aquí vamos a referirnos a los sustantivos cuyos epónimos son nombres propios de persona, aunque también los hay que proceden de cosas como marcas comerciales o topónimos. Por ejemplo, aspirina y clínex, cuyos padres son Aspirina® y Kleenex®.
Los personajes de ficción son con frecuencia epónimos de nombres que designan un tipo de persona. Como donjuán, su variante don juan y tenorio, que aluden a don Juan Tenorio, el personaje de Zorrilla, o lolita, por la adolescente seductora de la novela de Nabokov a la que dio título y que se las hizo pasar canutas a James Mason en la versión cinematográfica de Kubrick. Cuando, acomplejados, vemos en el gimnasio o en la playa algún varón muy cachas, tendemos a catalogarlo como un tarzán, sustantivo tomado del rey de la selva en las novelas de E. R. Burroughs.
Algunos apellidos se aplican a cosas. Es el caso de kalashnikov, fusil diseñado por el ruso Mijaíl Kalashnikov, o el de colt (‘revólver’), por su creador, Samuel Colt.
A otro inventor, el biofísico N. J. Holter, debemos el holter, el dispositivo portátil que registra la actividad cardíaca. La prueba del monitor de Holter o holter también se llama holter. Ya en el campo de la medicina, son muchos los síndromes y enfermedades que llevan un nombre de persona, generalmente su descubridor, a veces convertidos en sustantivos. Una de las más mencionadas es la enfermedad de Alzheimer, a veces como alzhéimer. Fue observada por primera vez por el neurólogo Alois Alzheimer, en 1906. En busca de la brevedad, hoy usamos párkinson más que enfermedad de Parkinson (de James Parkinson); chagas por tripanosomiasis americana (por el médico Carlos Chagas); o aspérger como alternativa a síndrome de Asperger (por el médico austríaco Hans Asperger).
Cuando el español lexicaliza uno de esos nombres propios extranjeros lo adapta a nuestra ortografía, empezando por colocar las tildes que pide su pronunciación. El único de los mencionados que no se ha adaptado es holter, que en español sería hólter, por lo que, como voz inglesa, debe escribirse en cursiva.