Al que no esté al corriente de la actualidad político-carcelaria le puede llamar la atención esta imagen de gente empotrándose en un coche, y el gesto de su ocupante, que mira como descompuesto al pajarito mientras se tira de la chaqueta con ambas manos, acaso un acto reflejo en plan que aún le queda hueco para más: donde caben dos tablas de jabugo caben, presuntamente, tres. Santos Cerdán salió de Soto del Real con una frase en la boca —«Yo confío en que la verdad se imponga»— pero lo que se ha impuesto en el imaginario colectivo es otra recogida por la UCO y pronunciada por el empresario Antxon Alonso. Habla de la mujer del ex número 3 del PSOE: «La Paqui. Que la conocen todas las vendedoras de El Corte Inglés. Gastar y gastar». Quién pudiera ir a la compra en el coche con Cerdán y señora sin riesgo a colapsar con el precio de las cosas. Normal que el hombre sea oriundo de un pueblo llamado Milagro. Lógico que se llame Santos. Con Santos así, Pedro no necesita Diablos. Necesita un Milagro. Otro más.