En un mundo que enfrenta desafíos tan importantes como el cambio climático, la transición energética y la presión sobre los recursos, es urgente volver la mirada hacia una disciplina fundamental que a menudo relegamos al olvido: la geología. Lejos de ser una ciencia abstracta, es una herramienta esencial para construir un futuro más seguro y próspero. Su enseñanza y su integración en las políticas públicas no es una opción, sino una necesidad estratégica para gestionar nuestro territorio de forma inteligente.
La geología es la ciencia que nos permite leer la historia del planeta para anticipar su futuro. Nos ayuda a entender por qué ocurren los terremotos, las erupciones volcánicas o las inundaciones, y nos da el conocimiento para mitigar sus efectos. En un país con una geodiversidad tan rica como España, ignorar la geología es como navegar sin brújula en una tormenta. La planificación territorial, la construcción de infraestructuras seguras y la protección civil dependen de una sólida comprensión del terreno que pisamos.
Su relevancia se extiende a un amplio abanico de políticas públicas. En el ámbito educativo y científico, fomenta una cultura ciudadana con criterio para evaluar riesgos. Sin embargo, su presencia en el currículo educativo se ha visto reducida, un paso atrás que, como advierte el Colegio Oficial de Geólogos, compromete nuestra capacidad futura para innovar y proteger.
En la política medioambiental, es clave para la gestión de residuos, la protección de acuíferos y la evaluación del impacto de grandes proyectos. En la gestión de riesgos, permite elaborar mapas de peligrosidad e identificar zonas vulnerables, una información vital que los registros históricos por sí solos no ofrecen.
En el abastecimiento mineral y la transición energética, la geología es indispensable. La transición hacia una economía baja en carbono depende de materias primas críticas como el litio o las tierras raras. La geología es necesaria para su exploración y extracción sostenible, así como para el desarrollo de la energía geotérmica o el almacenamiento seguro de CO2.
Como miembro de la Federación Europea de Geólogos (EFG), defiendo la visión de nuestro reciente manifiesto político presentado en Bruselas: Europa necesita fortalecer la educación geológica en todos los niveles. Las propuestas son claras: reintegrar la geología en educación, apoyar la investigación geológica de base y fortalecer las instituciones públicas que velan por el subsuelo.
Invertir en geología es invertir en seguridad, sostenibilidad y soberanía. Es dotarnos de las herramientas para proteger a nuestra población, impulsar una economía basada en el conocimiento y garantizar que las futuras generaciones puedan también aprovechar la riqueza de nuestro territorio. La Tierra nos habla constantemente a través de sus rocas y paisajes. Es hora de que empecemos a escuchar.