IA en clase

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

Dado Ruvic | REUTERS

29 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Me gusta que los alumnos utilicen la inteligencia artificial para sus prácticas de escritura. Mostraban reticencias al principio. Sus caras parecían traslucir desprecio, como si estuviera ofreciéndoles algo deshonesto o tratándolos como seres inferiores. Equiparaban el uso de la IA a copiar o a cualquier procedimiento tramposo que les ahorrara trabajo o sirviera para mejorar sin esfuerzo una calificación. Así que les conté cómo la usaba yo. Pero sin éxito. Hasta que una chica, ante una descripción difícil, mucho más complicada que el prospecto de la píldora anticonceptiva, consiguió un resultado excelente apoyándose en una IA. Le pedí que lo explicara en clase. Comprobaron que de nada servía introducir fotos y la rúbrica con las especificaciones del encargo. Salían de ahí versiones parecidas, igual de sosas y trufadas de los mismos errores. Itziar había escrito un primer texto por su cuenta y luego le pidió a la IA que se asegurara de que no había caído en los problemas que yo les había pedido evitar. Comprobó que a la IA siempre se le escapaban algunos. También le pidió ayuda a la hora de enmendar los que se le resistían. La IA ofrecía a veces soluciones poco naturales o disparatadas. Pero ella sabía lo necesario para identificarlas y pedirle otras mejores. Al final, le encargó la comprobación definitiva: que elaborara una imagen del cuadro descrito en su texto. El resultado se parecía mucho al original. Se convencieron de que se puede utilizar de otra manera la IA. Seguimos experimentando, por ejemplo, para definir la audiencia de cada texto.

Hay quien teme que la inteligencia artificial sustituya al profesor o al periodista. De momento, basta con tener miedo a desaprovechar una herramienta tan potente e... inevitable.