El plan de paz para Ucrania, papel mojado

Yashmina Shawki
YASHMINA SHAWKI CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

Anna Rose Layden | REUTERS

30 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La precipitación es enemiga de la prudencia y de la sensatez. Aunque todos sabemos que los tiempos en política son completamente distintos a los de los ciudadanos de a pie, el ritmo con el que se toman decisiones y se realizan gestiones tiene una importancia trascendental para todos. Sin embargo, el actual inquilino de la Casa Blanca parece ignorar esta realidad. Su agenda funciona por impulsos. Su ambición por erigirse en adalid de la paz y el mundo libre lo ha llevado a anunciar planes que no solo están lejos de ser viables, sino que pretenden imponer una sesgada visión de los conflictos internacionales.

Para muestra, el tan cacareado plan para poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania. Este documento se ha evidenciado como un «copia y pega» de la lista de deseos de Putin. A Marco Rubio, representante de EE.UU. en las negociaciones, se le ha escapado que siguen la relación de 28 puntos exigida por Rusia, lo que muestra no solo la pleitesía de Trump hacia su «amigo» Putin, sino su incapacidad para imponer criterios con sentido común.

Aunque en los últimos días, Ucrania, con el apoyo europeo, ha conseguido arañar cambios en el que ahora los norteamericanos denominan borrador de trabajo, lo cierto es que está lejos de ser un acuerdo aceptable porque otorga ganancias territoriales a Rusia que son inadmisibles no solo para la población ucraniana, su constitución y el derecho internacional, sino para lo que es más importante: la justicia. Permitir que Rusia se quede con el territorio ocupado en la frontera con Ucrania, gracias a la desidia internacional, sentaría un precedente inasumible al respaldar su capacidad para colonizar lo que se apetece, además de menospreciar las vidas de decenas de miles de ucranianos que han fallecido defendiendo su suelo.

Casi cuatro años de guerra y de sufrimiento ucraniano no pueden saldarse con un papel dictado por el atacante, por mucho que la oscilante agenda de Trump así lo quiera. Aún queda mucho que negociar y, por desgracia, que sufrir, porque la economía rusa aún aguanta. Salvo que se produzca un vuelco en la política del Kremlin propiciada por el propio descontento interno o una presión eficaz por EE.UU., Ucrania va a tener que resignarse a seguir defendiéndose como un gato panza arriba mientras Europa sigue dudando entre intervenir o seguir nadando mientras guarda la ropa.