VeriFactu: la oportunidad del TPV como herramienta universal de facturación

José Luis Vilanova PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN DE EMPRESARIOS DE AROUSA Y DE LA COMISIÓN DE TURISMO DE LA CÁMARA DE COMERCIO DE PONTEVEDRA, VIGO Y VILAGARCÍA

OPINIÓN

CESAR QUIAN

05 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El aplazamiento de VeriFactu no es un problema: es una oportunidad. En lugar de obligar a millones de autónomos a manejar un software adicional, este tiempo debería servir para hacer lo evidente: que el TPV, el dispositivo donde ya se cobran la gran mayoría de operaciones comerciales, se convierta en el sistema natural de facturación.

Hoy casi todos los negocios —desde una tienda o un bar hasta un taxista, un carpintero a domicilio o un puesto ambulante— utilizan un TPV bancario. Si el cobro se realiza allí, lo lógico es que la factura nazca allí: factura simplificada o completa, código QR, huella digital, trazabilidad y envío automático a la Agencia Tributaria en el mismo gesto de cobrar. Sin programas adicionales, sin duplicar tareas y sin convertir al autónomo en un gestor tecnológico.

La Administración incluso había anunciado un software gratuito para empresas que lo solicitasen. Pero ese planteamiento es ineficiente cuando existe una alternativa infinitamente más lógica: en vez de distribuir un programa a más de tres millones de autónomos, basta con proporcionarlo a la decena escasa de bancos que operan en España. Son ellos quienes emiten los TPV, quienes los actualizan en remoto y quienes pueden integrar el módulo VeriFactu sin que ello suponga un solo céntimo de coste para el autónomo. La comisión pactada por cada negocio con su banco seguiría siendo exactamente la misma. El TPV funcionaría igual que hoy, pero facturando automáticamente.

Conviene aclarar también las dudas sobre pagos en efectivo o por transferencia. El pago en metálico no implica trazabilidad inmediata: el profesional puede emitir la factura como siempre, en el momento adecuado, tal y como permite la normativa. Con las transferencias ocurre lo mismo: el autónomo sabe cuándo se recibe y factura como ha hecho toda la vida. Es decir, el TPV no sustituye esos métodos; simplemente automatiza lo que ya es automático: el cobro electrónico, que representa la inmensa mayoría del volumen real de transacciones.

Esta solución, además, elimina cualquier exclusión futura: da igual si el negocio es grande o pequeño, si lleva su contabilidad a mano o si está en estimación directa o módulos. Todos pueden cumplir con VeriFactu sin cambiar su forma de trabajar, porque todos utilizan un TPV.

El autónomo no está para instalar software, para aprender nuevas herramientas ni para asumir más carga administrativa. Está para ejercer su oficio: hacer muebles, reparar una caldera, atender una consulta o servir a un cliente. La tecnología debe liberar tiempo, no robarlo. La modernización no consiste en añadir capas de burocracia digital, sino en hacer que desaparezcan. El aplazamiento de VeriFactu abre una ventana que no se debe desaprovechar: que los TPV integren el sistema público de facturación y que se conviertan en la vía universal, automática y sencilla para cumplir la norma. Porque si el TPV cobra, el TPV debe facturar. Y con ello, todos —Hacienda, empresas y autónomos— ganan.