No nos alarmemos. A pesar de que todo apunta a que el Gobierno aceleró el ascenso a general del brigada del máximo responsable de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, el coronel Rafael Yuste, posiblemente con la ingenuidad de que al retirarle el mando al jefe la unidad dejaría de hacer correctamente su trabajo, la UCO, pese a quien le pese, seguirá siendo la UCO, con independencia de quién la dirija.
Al ya general Yuste nadie puede restarle méritos para portar el fajín rojo. Ya había superado el curso de general, con el número uno de su promoción, y su trayectoria profesional desde su salida de la academia resulta impecable. «El honor es mi divisa» es el lema de la Guardia Civil y el suyo propio. Pero también lo es de quien le suceda, que no permitirá que la UCO baje su ritmo de trabajo y de logros obtenidos en sus investigaciones.
Dicen los entendidos que es «inusual» que la medida se haga efectiva en cuestión de meses desde su capacitación. Con este merecido ascenso se busca lo que se busca: que el sustituto del nuevo general frene unas pesquisas tan incriminatorias para algunos. Me cuesta creer que algún coronel del la Guardia Civil se preste a ello, pues su máxima preocupación es que se cumpla la Constitución, en cuyo artículo 1 se recoge que España se constituye en un Estado social y democrático de derecho.