Tu perro no es tu hijo

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

CARLOS CORTÉS

10 dic 2025 . Actualizado a las 12:24 h.

Siempre hablamos de los comportamientos hiperprotectores de los padres con sus hijos. Esa sobreprotección que da lugar a hijos de cristal o a cuervos que te sacarán los ojos. Pero es necesario dejar a los humanos para acercar la mirada al fenómeno de las mascotas. Conozco un edificio en el que ya hay más perros que humanos. Todo el mundo tiene sus mascotas. Varias. Hasta aquí, bien. Los perros, algunos, tienen esa mirada que te desarma y que te obliga a quererlos como si no hubiera un mañana. Pero no confundamos los papeles. Es famosa la frase que atribuyen mayoritariamente a Lord Byron: «Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro». En ocasiones es muy cierta. Aunque hay humanos y humanos. Ya sabes que nos solemos dividir en tres categorías: xente, xentiña y xentuza. Y hay perros y perros. Hoy, el negocio que mueven las mascotas es espectacular. El capitalismo no puede estar más contento. El problema es la medida, como en todo. He visto perros con bufanda, tirados por un dueño que se moría de frío. Los que saben de animales comentan que vestir a un perro como si fuera una persona, ponerle bufanda y gorro con orejeras, es maltrato animal. No sé. Igual tienen razón. La naturaleza es sabia. Los canes tienen el cuerpo cubierto de pelo por algo. Es importante, dicen los expertos, que los dueños de las mascotas entiendan que su perro no es su hijo. Que lo pueden querer muchísimo, pero que, hasta hoy, no se conoce un caso de que hablen castellano, italiano o francés, por ejemplo. Entienden, son listos, te comprenden, pero no hablan. No te contestan. Las conversaciones que crees tener con ellos son monólogos. Ya sé que muchos humanos tampoco escuchan y no saben dialogar, pero otros sí. También sé que adorar un perro no es excluyente. Puedes tener maravillosas relaciones familiares, estupendas amistades y mejorar tu vida con la compañía de tu maravillosa mascota, aunque sea un gato, que nunca te va a hacer caso. Son demasiado listos. Pero la industria ha cogido de las garras, nunca mejor dicho, el negocio y no lo va a soltar. Peluquerías caninas, cuidados que algunos no les dispensan o no les dispensaron a sus padres cuando están o estuvieron mayores. Un tipo muy listo afirma que los dueños de los perros les tienen tanta estima por un motivo claro. Tú encierras a tu perro en el maletero y, cuando lo abres, te mira como al salvador. Te lame. Se deshace por ti. Tú intenta meter a un humano amigo en el maletero. Igual ni entra. O, antes de entrar, te calza un tortazo. Máximo respeto a los dueños de perros y a los perros, pero ante la multiplicación de los mismos, por favor, en igualdad de condiciones. Quiero decir que igual que respeto a mis vecinos, cuando estos me respetan, el dueño de la mascota y su mascota deberían respetar a los que no tenemos correa en la mano. Entiendo que la soledad es poderosa. Que no es lo mismo estar solo que ser un solitario de vocación. Pero es necesario decir que hemos pasado de tener mascota y llorarlas cuando nos dejan, como hizo mi padre con su Turpin, a convertir a nuestra querida mascota en principio, medio y fin de nuestras vidas. Tal vez un poco exagerado, ¿no? Ese perro con jersey y lacitos. Ya no se tienen niños, ¿nos van a pagar las mascotas las pensiones?