La ciudad de Jena (centro-este de Alemania, en el Estado de Turingia) es conocida por una de las universidades con más tradición cultural y científica del país, fundada en 1558, y por su industria óptica (Carl Zeiss AG). Andrea Wulf, que ya deslumbró con La invención de la naturaleza, que narra la vida del naturalista Alexander von Humboldt, nos cuenta ahora la aventura de un grupo de jóvenes rebeldes en la ciudad que dio lugar al Romanticismo y a nuestra comprensión moderna de la libertad. Magníficos Rebeldes: los primeros románticos y la invención del yo está editado por Taurus (2022).
Todo comienza en 1790, cuando un grupo de poetas y escritores, conocido como el Círculo de Jena, pusieron el yo en el centro de su pensamiento, su escritura y sus vidas. El círculo incluía a los poetas Goethe, Schiller y Novalis; los filósofos Fichte, Schelling y Hegel, y los hermanos Schlegel. En esta mezcla, la sal la puso Von Humboldt. En el corazón del grupo estaba una mujer, Caroline Schlegel, «gran instigadora de sus deslumbrantes conversaciones sobre el yo, la naturaleza, la identidad y la libertad».
Piensen que era finales del siglo XVIII y la idea del individuo libre se consideraba peligrosa. A pesar de ser una pequeña ciudad, de 4.500 habitantes, su universidad era un centro de libertad intelectual bajo el ducado de Sajonia-Weimar, que atrajo a mentes brillantes que debatían ideas revolucionarias.
¿Y qué hace un botánico leyendo estas cosas en vez de estar en la berza?, se preguntarán. Pues me ha atraído el ver cómo en algunos momentos de la historia comparten vida y reflexiones un grupo de personas extraordinarias; ha ocurrido en otras ocasiones, en generaciones literarias o en las filosóficas de mediados del siglo XX, y resulta fascinante.
También, cómo no, por la presencia de Caroline Schlegel en ese círculo: «Las mujeres no están en el mundo para divertir a los hombres. Las mujeres son personas como los hombres, se supone que deberían hacerse felices mutuamente», afirmó.
¡Magníficos rebeldes!