Australia se ha convertido en el paraíso soñado de padres y madres de niños y adolescentes que soportan la pesada carga de las redes sociales en sus vidas. Menores que no salen solos a la calle hasta que aprenden a mirar a izquierda y derecha antes de cruzar circulan cada día sin compañía por ese territorio comanche sin códigos ni límites de velocidad. No saben, los adolescentes, que una de las decisiones importantes que van a tomar en sus vidas es el modo en que alimentan su algoritmo, porque de eso va a depender, en buena medida, qué contenidos van a llegar a sus teléfonos. En este momento en que familias y profesores miran a Oceanía esperando que la ola de la regulación para mayores de 16 años llegue a estas costas cuanto antes, La 2 ha estrenado Generación click, una de esas docuseries que dicen lo que nadie quiere oír y no van a ser líderes de audiencia. En ella, los expertos hablan de esa cruda realidad en la que esas redes creadas para comunicarse están generando fobia social, ciberacoso y un tsunami de autolesiones nunca visto. Explican que las urgencias psiquiátricas están atiborradas de problemas que antes eran parte de la vida cotidiana, beneficiosos incluso. Los niños declaran en voz alta las razones que los conducen a pasarse tres días seguidos jugando a la Play. Aburrirse, afirman, no es una opción y la vida sin móvil para ellos no tiene sentido.