Presionado por Estados Unidos, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, se ha abierto a afrontar unas elecciones generales, que requerirían de un alto el fuego. Una misión considerada como casi imposible en plena guerra.
Las presidenciales y legislativas ucranianas deberían haberse convocado en el 2024, pero lo ha impedido la ley marcial en vigor, partiendo de que en tiempo de guerra no es posible votar. Así lo dice la ley y así lo defienden la oposición, el propio presidente y una mayoría de la población (65 %), según las encuestas.
Pero Zelenski, necesitado de mantener el apoyo estadounidense, se ha abierto a la posibilidad de convocar los comicios. Y parece que solo hay una persona que podría plantarle cara en las urnas: Valeri Zaluzhni, exjefe de las Fuerzas Armadas y actual embajador de Ucrania en el Reino Unido. Todo ello en un contexto muy complejo, sobre todo porque su partido y grupo parlamentario, Servidor del Pueblo, está roto.
Volodímir Zelenski no cuenta ahora con una base política sólida para revalidar con garantías su mayoría, y con «millones de personas que no sabemos dónde están». Y existe también el temor de que unas elecciones celebradas durante la guerra sean un peligro para la propia Ucrania. Porque el alto el fuego es imprescindible para que puedan ejercer su derecho al voto el millón de personas destinadas en las Fuerzas Armadas ucranianas.
Por otra parte, también se considera necesario reconstruir y actualizar el censo electoral del país. Sergui Sternenko, uno de los activistas militares y políticos más influyentes de Ucrania, ha manifestado que las elecciones durante la guerra son un riesgo inaceptable para el Estado, mientras este afronta una agresión a gran escala, como está sucediendo ahora. Argumenta que el conflicto armado de Ucrania continúa ante la voracidad de Rusia, el desinterés de Estados Unidos y el aturdimiento de los países más fuertes e influyentes de la Unión Europea.