En las redes sociales hay reacciones a las novedades del Diccionario de la lengua española anunciadas esta semana por la RAE. Hay quienes dicen disparates, los que creen que la Academia llega tarde a algunas cosas, y otros se fijan en lo que siguen echando en falta, palabras que han pasado a formar parte del español pero siguen ignoradas en el DLE.
Este último es el caso, por ejemplo, del nombre que damos a los envíos de dinero a través del proveedor de servicios Bizum. ¿Cómo llamamos a esas operaciones? Bízums, claro. Con tilde, como palabra llana, y minúscula, pues en ese uso no es un nombre propio. No es descartable que, en un futuro más o menos próximo, este servicio sea sustituido por otro, pero hasta entonces ese sustantivo cumple su función. Como ha cumplido la suya tuit, el mensaje enviado a través de Twitter, que en el 2010 ya se había asentado entre los hispanohablantes. Liquidada la marca por el actual dueño de la empresa, que le ha puesto X, tuit, tuiteo y tuitear viven un declive que acabará en su desaparición. Pero su presencia en el Diccionario permitirá a quienes en el futuro topen con ellos saber de qué les hablan o qué leen.
Son muchas las voces españolas de gran circulación que siguen fuera del DLE, y no por ello son menos útiles. Ocurre lo mismo con acepciones. Acabamos de leer en el periódico un pie de foto que habla de los lineales de los supermercados. El hueco que deja la gran obra de la Academia lo cubre el Diccionario del español actual: «Estante para exponer mercancías en un autoservicio».La RAE tiene eficaces antenas para captar el vocabulario que se emplea, pero ni son perfectas ni lo es el proceso de digestión de esa información. Términos ahora incorporados al Diccionario y otros que aún no lo están ya eran aceptados por algún corrector ortográfico. Se echan en falta otros registros. Unos ejemplos: veinticuatro años después de entrar en el DLE los acrónimos lexicalizados uvi, uci y mir, ¿no será cosa de ir pensando en incorporar otros de uso cotidiano, como apa, ampa, ere, erte, epoc y sim? ¿O, en vez de aceptar el inglés streaming, recurrir a su adaptación estrimin? La pole position de la que nos hablan en las retransmisiones de carreras automovilísticas podemos adoptarla como pole para ahorrar algo tan extenso como primer puesto de salida. Todos los años por estas fechas, cuando la RAE anuncia la revisión del Diccionario y da una muestra de las novedades, nos hacemos la misma pregunta. ¿Por qué no se da acceso a un documento que recoja todos esos cambios? ¿Qué razón hay para esa reserva?