Un vecino de As Ferreiras encuentra en una finca de su propiedad un objeto no identificado cuyo origen aún es un misterio y pide que se aclare
18 dic 2002 . Actualizado a las 06:00 h.Aniceto Rodríguez es aficionado a la caza. Como tantos, aunque menos conocido. Y en los momentos cumbre, también igual que otros, concede prioridad a la escopeta. Hace ahora justamente una semana, se encontró con algo de aspecto inusual en el maizal que tiene justo detrás de casa. Le dio mala espina. No supo identificarlo, pero, por si acaso, lo guardó. Tuvo claro desde el primer momento que, aunque fuese un meteorito, llovido como había caído del cielo, no se iba a desencadenar una invasión extraterrestre, ni sería el fin de mundo, por lo que, bien pensado, si otros se olvidaron de la mierda del Prestige y se fueron por ahí a pegar tiros, por qué iba él a renunciar al viaje que tenía programado a Sevilla. Y allá fue con la escopeta a cuestas y la preocupación rondándole la cabeza. Es la terapia del cartucho. Un monolito De vuelta, con la calma que el asunto requería, llamó a la Guardia Civil. Allí se presentó una pareja, que ya había acudido con anterioridad, mientras él estaba fuera. No estaba claro qué era aquella cosa negra, con irisaciones azules y sospechosas manchas de color marrón. Chapapote, desde luego, no era. Los guardias, prudentes, aconsejaron a Aniceto que utilizase guantes para tocarlo. Ellos también lo hicieron. Comprobaron que pesaba 12,5 kilos. Luego hicieron un informe y lo remitieron al juzgado de Verín, pero el pedrolo quedó en As Ferreiras. Aniceto, además, tiene claro que no va a entregar a nadie su trofeo, si no trae en la mano una orden judicial. «Mentras, seguiremos agardando a que alguén, supoño que un técnico, nos diga de que se trata, e que tipo de material é o que forma esta especie de pedra. Todos pensamos que é un meteorito, pero a verdade é que, polo de agora, ningún técnicos nos dixo nada; de feito, aínda non veu ninguén». Eso sí, el alcalde de Riós, contrariamente a la escasa agilidad que otros han demostrado, pronto se interesó por el hallazgo de su convecino, sin dejar de sugerir, (en serio o en broma, que siempre es difícil entender a un político), la posibilidad de poner un monolito al meteorito.