Crónica | El silencio como virtud
16 nov 2006 . Actualizado a las 06:00 h.Ni el rock and roll, ni tampoco la música clásica; todo lo más, las cosas del pop, pero la supervivencia, en contra del clásico «Los viejos rockeros nunca mueren», va asociada al silencio. Resulta dramático, sobre todo para quienes aspiraban a la eternidad, en sintonía con Miguel Ríos: «Los viejos rockeros nunca mueren». Pues no. Los guisantes, desde luego, ni siquiera viven más tiempo con el rock al roll. Una de las atracciones de esta muestra de proyectos e investigaciones ha llegado desde Barcelona. Si la música amansa a las fieras, ¿tendrá alguna influencia en el crecimiento y en la vida? ¿Qué música le gustará a los guisantes, verbigracia? ¿Crecerán más felices con Vivaldi, con Coldplay, o con el más vulgar chunda chunda ? A la faena, bajo la tutela del profesor Manuel Belmonte, se pusieron las estudiantes Sandra Martínez y Amanda Fernández, que ayer atendía y explicaba a no pocos curiosos el sentido de su método y las conclusiones a las que llegaron. Colocaron plantas idénticas en distintas macetas de plástico y unos auriculares transmitían distinto tipo de música, de otros tantos reproductores: clásica, pop, rock and roll, máquina y pop. Otra planta se quedó sin música. Fue enchufar y dejar pasar el tiempo. Dos meses les duró el experimento. Las conclusiones sorprendieron primero a los autores y, ahora mismo, a quienes acudan a la Tecnópole. Ocurre que las plantas alimentadas con clásica crecieron más que las demás, hasta 25 centímetros, mientras las enriquecidas con máquina y con pop no llegaron a veinte centímetros, pero también fueron aquéllas las primeras en morir, sin cumplir siquiera los veintinueve días, mientras que el pop concedió a su guisantera 44 días de vida. En silencio, sin embargo, casi llegaron a los cien días. Amanda sonríe. Que vaya a seguir la investigación ya es otra historia.