n la provincia con menos empresarios de Galicia, con el mayor número de sociedades sin empleados de la comunidad autónoma, con un número de funcionarios que llega a los 20.000, la intención de procurar que germinen emprendedores en Ourense se ha vuelto una especie de sana obsesión. La CEO hace programas que tratan de que los escolares se inculquen en la cultura del riesgo. La Cámara sostiene un Vivero de Empresas para que las ideas se canalicen y encuentren salida. En el Parque Tecnológico otro vivero sigue los mismos principios y, también, el Concello de Ourense hace sus pinitos en la materia. Sin embargo, algunos propósitos chocan con la realidad. El martes por la tarde se celebró un congreso para el pequeño comercio de la capital. Si descontamos organizadores, amigos de los organizadores, representantes institucionales y gente metida en el salón a lazo, los participantes activos en el evento eran escasos, muy escasos. Ayer se celebró la primera jornada del IV Encuentro de Emprendedores Eduardo Barreiros. El alcalde y el concejal de Promoción Económica, en la inauguración, dijeron que el evento «está consolidado», pero había ¡veinte personas! escuchando. Los ponentes, a continuación, en familia. Este tipo de actividades, que cuestan su dinero y esfuerzo, no parecen calar lo suficiente en los eventuales receptores de esos mensajes. Eso da que pensar, no sea que la postración sea tal que ya renunciamos hasta a formarnos.
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